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miércoles, 29 de septiembre de 2010

When fear turns into magic - Capitulo 1 - By Naghiny Ribberth

By Tom

Veía desde el coche en el que viajaba por toda la ciudad, como habían cambiado las cosas desde la última vez que había estado en ella. Desde los diez años por algún motivo que desconocía mi padre había ordenado llevarme a un internado donde estudiaría y sacaría mi carrera. Allí dormía, comía, prácticamente vivía. Era un lugar donde el estudio y el buen comportamiento era la raíz de todo. Si no estudiabas, te sacaban de allí y te mandaban a tu casa y que tu familia viera que hacer contigo, pero si estudiabas y no faltabas el respecto ni fallabas o saltabas las reglas del centro. Acabas sobrado de buenas notas y te llevabas la atención del profesor.

Pero ahora eso era lo de menos. Ese internado no era del todo normal. Se oían ruidos, ha veces cadenas por los pasillos de media noche hasta la madrugada. Y parecía ver ciruelas en los jardines, al lado de la fuente. Que decoraba el precioso patio trasero del internado. Por eso yo estudiaba. Si algo era lo que verdaderamente quería era salir de allí cuanto antes.

Odiaba recordar, cuantas veces vi a un niño saltando en la cama de mi compañero de noche.

Flash back

Entre a mi habitación, por aquella puerta de madera antigua y tallada, madera de roble. El internado tenía años, más bien cerca de dos siglos. Todo el mundo lo veía como un lugar bonito y santo, libre del mal. Pero eso era mentiras. Yo muchas noches no podía dormir. Un escandaloso y suave ruido de cadenas arrastrándose por el pasillo, el cual estaba decorado, con candelabros de bronce y cuadros en blanco y negro, y algún que otro banco para sentarse, y leer o estudiar un rato. A veces simplemente para charlar con los amigos. De día era un bonito pasillo ya que la luz entraba por los bonitos ventanales, pero de noche. El pánico y el miedo abundaban en mi al oír eso por el.

Vi a mi mejor amigo Georg, sentado en su cama, repasando un poco para el examen de Geología que teníamos al siguiente día.

- De nuevo nos cubre la noche, y el miedo volverá ha hacerse presente. – Me dije mirando por la ventana.
- Tom, por favor. Cállate que de recordarlo se me ponen los pelos de punta. – Dijo Georg, subiendo su mirada y mirándome.
- Sabes, si realmente deseo algo… es salir de aquí cuanto antes.
- Te entiendo. Es lo mismo que deseo yo. No aguantare mucho tiempo más aquí. A veces parece que las cosas se pondrán realmente terroríficas por las noches. Y miles de escalofríos me recorren. Los abre visto y oído muchas veces, pero tengo miedo. En esto ya no puedo decir “Yo no el tengo miedo a nada”. Seria decir una estúpida mentira.
- Si. Yo tampoco podría decir eso. Si me encojo debajo de las mantas y me tapo hasta arriba, que parezco una gallina incubando un huevo. – Los dos reímos. – Y yo mismo lo digo. Con cosas de este tipo si que soy un gran “gallina”.

Georg y yo teníamos catorce años. Y saldríamos del internado a los diecisiete. Para ya a los dieciocho, poder llegar a nuestras casas como adultos hechos y derechos. O eso decían las monjas y el profesorado.

En ese momento, una de ellas entro a nuestra habitación.

- ¿Aún despiertos chicos? Mañana tenéis que madrugar. Iros a bañar y luego a dormir. Paso en treinta minutos, y como no estéis dormidos. Os quedareis sin desayuno. – Y se marcho.

Algunas de ellas tenían muy mal genio.

- Mejor me voy ha duchar. – Dijo Georg. – Luego vas tú. – Y se encerró en el baño.

Yo me encamine a su cama y tome el libro de Geología. Me senté en la mía y comencé a darle un pequeño repaso.

Habían pasado alrededor de diez minutos, de que Georg estaba en el baño duchándose. Yo seguía perdido en la lectura. Y entonces comencé a oír la cama de Georg, hacer un ruido. Al principio no le preste atención. Pero empezó a cabrearme.

- Joder Georg. Si ya saliste tampoco tienes que ponerte así de pesado, solo dímelo y ya. – Dije sin dejar de mirar el libro.

Pero nada. El ruido siguió y siguió y mi cabreo empezó a aumentar.

-¡JODER YA BASTA! – Levante la mirada del libro y… me quede helado.

No era Georg ni mucho menos. Mis ganas de que fuera Georg, en ese momento eran grandes.

Era un niño. De quizás un metro cuarenta no mas, y al menos ocho años. Vestía un pantalón corto negro. Con unas medias blancas por las rodillas un poco gruesas, unos zapatos de cuero de cordón. Un jersey azul marino, y una blusa de botones blanca, con el cuello bien puesto sobre el jersey. Tenía el pelo marrón oscuro, peinado hacia un lado. Muy pálido de piel y unas grandes ojeras. Su mirada estaba vacía sin ningún brillo en los ojos. Pero saltaba sobre la cama de mi amigo y se reía sínicamente. Pero aun así, no era del todo vistoso, era borroso, se podía ver a través de el, y tenia al rededor una pequeña capa de luz.

- ¡Ahhhhhhhhh! - Grite como un loco tirando el libro y poniéndome de pe de un salto. El niño me miro, me sonrió y se desvaneció.

Oía por todo mi cuerpo los latidos de mi corazón. Y mi cuerpo temblaba a gran velocidad. A la vez, Georg abrió la puerta del baño, y la monja de antes entro a la habitación sin ni siquiera pedir permiso.

- ¿Qué son esos gritos, Kaulitz? – Me pregunto ella. Georg me miraba con cara de pánico.
- Había un niño saltando sobre la cama ahora mismo. Lo acabo de ver. Llevaba puesto un uniforme de colegio de jersey azul marino. – La monja me miro extrañada.
- Déjense de juegos, y váyase a dormir. – Y salió sin ni siquiera despedirse. Pero si bien extraña.

Días después, descubrí que el niño era un estudiante de 1986, de ocho años de edad, y que su nombre era Jonathan. Lo hallaron muerto en un pozo cercano al instituto. Y que se cayó dentro por alongarse demasiado. Sus manos resbalaron en el musgo de las rocas del pozo, y cayo de cabeza, abriéndose esta.

Fin del Flash

Y por fin, en la entrada de mi casa. Era la primera vez después de diez años que volvía. Mi padre me había insistido en que me comprara un apartamento y viviera allí. Pero yo lo insistí, y al final me dejo regresar a casa… ¿Para qué un departamento teniendo la gran mansión que tenía?

Estacione el auto frente a la entrada y me baje.

Lo primero que hizo, fue mirar toda la hermosa mansión que desde hace tanto tiempo, años no veía. Estaba igual de esplendida. Solo había cambiado el color, ya que cuando yo me fui al internado era azul clarita. Ahora era un color canelo crema. Y el techo gris, en ves de blanco.

Respire el agradable olor del césped recién cortado. Como me gustaba ese olor, y lo extrañaba tanto.

Mire a mí alrededor. Había cambiado tanto desde que yo recordaba. Ahora habían unos arboles, y anteriormente lo único que habían eran unas altas rejas con espigas, para que nadie pasara y perros vigilando.

Esperaba, que no hubieran sacado la piscina. Porque entonces si que me iba ha dar un ataque. Cuando yo me marché era redonda. Ahora, si estaba seguro la encontraría de formas, o ha saber como, capaz que ya no estaba.

Hoy un ruido detrás de mi y me giré.

- Bienvenido, señor Kaulitz. – Era el Mayordomo. Walter.
- Ahórrate lo de señor. – Le sonreí. – Te echaba de menos Walter, ¿Cómo has estado? – Pregunte.
- Pues, en estos años ha habido mucho trabajo en esta casa. Se han cambiado los jardines, el decorado y la pintura de la casa. Y el problema cada vez crece más. – “¿El problema?” pensé.
- ¿Qué problema?
- No nada, señor. Olvídelo. Yo se de que hablo que soy el que prácticamente cuida la casa, y sus habitantes. – Eso último me pareció extraño. Había acabado de salir del internado. Esperaba que ahora mi casa no fuera un sitio paranormal.

Entonces, me pareció oír el sonido de un látigo y alguien gritando.

- ¿Has oído eso? – Dije sobresaltado.
- Oír… ¿de que habla señor? – Acaso, me estaba empezando a volver loco.
- Se oyó, un latigazo y alguien grito. Estoy seguro.
- No señor. Yo no oí nada. – Decía Walter muy tranquilo. – Eso son simples alucinaciones. Lo que pasa cuando sales de un internado y respiras otro aire, señor.
- Bueno si. Quizás tengas razón. Y ya te lo dije, no me llames señor, que no me gusta, trátame de Tom.
- Está bien, Tom. ¿Le ayudo con las maletas?
- Si por favor.

Abrí el maletero de mi Audi. Tenía dentro alrededor de quince maletas, bueno, todas mal colocadas y muchas en los asientos de atrás, incluso dos iban en el asiento del copiloto. Habían sido muchos años, e iba creciendo, tuve que comprar mucha ropa.

El mayordomo abría la puerta de la mansión. Y entre.

Lo primero que vi, fue las grandes escaleras en medio para subir a la planta alta. La enorme lámpara de cristal si seguía en el techo. Luego de hay partían las puertas y los pasillos para las habitaciones, sin mencionar la inmobiliaria que había; sofás, cuadros, candelabros, una estatua, ventanales, etc.

Oí unos ruidos de tacón, viniendo hacia mí. Y allí estaba mi madre, Melinda Trümper.

- Tom hijo. – Me abrazó. – Te he echado tanto de menos.
- Y yo a ti, mamá.
- Tenemos que hablar de cómo han ido estos años en el internado de Londres. Seguro que has conocido buenos amigos, y capaz que te has echado alguna novia.
- Si, he conocido a unos amigos, y respecto a las novias, solo rollos de noche nada más. – Mi madre me miro con cara de asombro. Pero yo solo le dije la verdad. - ¿No querrás tener nietos ya?
- Bueno Tom, ya sabes, tu padre quiere herederos y… - La interrumpí.
- Acabo de llegar de un cansado viaje, por favor. No empecemos con esas. Por cierto, ¿dónde esta él?
- Pues no lo se. ¡Walter! – Llamó mi mamá al mayordomo.
- ¿Me llamó señora?
- Si, busca a mi marido, Tom quiere ver a su padre. – Mentira. Solo fue por simple curiosidad, seguro que se le había puesto más cara de duro que la que tenía antes.

Tenía una cara desconfiable. Pero para mí era el mejor padre de todos. Ya que si me había mandado a ese internado era pro mi bien.

Vi al mayordomo subir, al segundo piso. Aunque según recordaba, el despacho de mi padre estaba en el primer piso. Pero como esto había cambiado tanto…

- Tom. – Dijo mi padre. – Ciento a verte echo esperar, pero estaba tratando unos asuntos del trabajo. Discúlpame.
- No pasa nada, papá.

Estuvimos un rato en silencio. La verdad, el no era de mucho hablar.

- Me gustaría, recostarme un momento, estoy cansado. Walter, ¿me puedes llevas a la que es mi habitación? Por favor. – Walter asistió.
- Por supuesto Tom.

Subió las escalares y yo detrás. Comenzamos ha caminar por un pasillo en el que habían cerca de ocho habitaciones, la mía era la antepenúltima, del lado derecho. Y al final de todo, había una puerta en medio del pasillo. Las habitaciones estaban ha ambos lados.

El mayordomo me señalo la puerta, y se fue. Entré.

Todo había cambiado. La última ves que estuve en mi habitación, la cama era individual, y solo había juguetes pro todas partes. Ahora todo había cambiado, la cama estaba al otro lado, había una alfombra que cubría el sueño, con una mesa, en cada costado de la cama una mesa de noche, estaba junto a la ventana.

La cama era roja, con al cabecera de madera, y los demás muebles de colores similares. Y el techo, como siempre, de madera.

Abrí la ventana, ya que dentro del cuarto había un olor, como a viejo, cerrado, polvo. Aunque estaba limpio, pero ese olor no me gustaba, me hacia acordarme del desván, que quedaba justo sobre mi dormitorio, aunque en verdad, se cogía una gran parte de techo. Ese sitio por lo que recuerdo era de madera, y ahí se guardaban todos los muebles que no servían, al igual que en el sótano.

Mire las vistas a través de mi ventana. Las vistas eran adorables.

- Mmm, me siento cansado. – Dije echándome en mi cama boca ha arriba. Suspire fuerte.

Mire el techo., La madera parecía gastada… Y eso era algo que me daba miedo, pensar que un día se me podía caer encima. Y junto con ella un zombi o un cadáver o algo así. “Pero vayas cosas piensas Tom” pensé. Pero era la verdad, esa madera no me parecía agradable, se notaba que le habían puesto barniz, para que brillara y no pareciera vieja, pero aun así, la deberían de cambiar.

Cerré mis ojos, me centre en descasar unos instantes.

- - -

Mis parpados pesaban, los abrí realmente cansado, y me estire en mi cama. Supuse que ya sería la tarde, ya que el cielo se tornaba naranjado y un poco de azul oscuro. Y era ahora la luna quien se veía en el horizonte, saliendo a cuidar la noche. La luna llena.

Tenía toda mi ropa descolocada. Me levante y me la coloque mejor.

Tuve un presentimiento extraño. Como si alguien me estuviese mirando en ese momento, no sabría explicarlo. Era como si en algún rincón alguien estuviese mirándome, calando todos mis movimientos. Pero, lo deje pasar.

Camine hacia la ventana, ya que estaba empezando ha hacer un poco de fresco y la cerré.

No se si fue por instinto o por pura coincidencia, pero mis ojos se fueron directos al suelo, y a su vez yo me agache.

Había una pequeña gota de algún líquido rojo en el piso. Mire mis manos, mis brazos, y no tenia ningún arañazo ni algo por el estilo, y que yo supiese no era sonámbulo como para levantarme dormido y hacer trastadas. Al no estar seguro de lo que era, acerque uno de mis dedos a al gota y la toque. No me daba asco. Las acerque a mi nariz y la olí. Sangre. Ese olor solo lo podía tener la sangre. Se debía suponer que era mía. Pues en mi habitación, no había entrado nadie más.

- Esto se está poniendo raro. Primero un grito y un látigo y ahora veo una mancha de sangre. Será, que alguno de los malignos del internado, me persiguió. – Me dije, completamente sintiendo el miedo pegarse a mis huesos.

Me quede, en cuclillas mirando la mancha de sangre, mire a todos lados pero no vi nada. Era extraño. En ese momento mi padre abrió la puerta.

- Tom es la hora de cenar. – Del susto que me dio, di un salto hacía atrás, cayendo de espaldas al piso. - ¿Se puede saber que haces?

Me contuve y me puse en pie.

- ¿Se puede saber que tiene esta casa? – Mi padre puso cara de confusión. – A si, hago que me asustaste. Estaba mirando el piso, apareció una gota de sangre, y yo no tengo ningún arañazo ni ninguna herida.
- ¿Una gota de sangre dices? – “¿Este hombre aun no se entera o qué?” – pensé.
- Si una gota de sangre. – Miraba confuso, como pensando. – Sangre: Liquido que llevamos en el interior del cuerpo y que el corazón al bombardear, la hace recorrer por todas las venas, contiene óvulos rojos y óvulos blancos. ¿Sabes lo que es ahora papa?
- ¡TOM! – Me grito. – No soy idiota, como para no saber lo que es. – Me reí por lo bajo. – Mejor vamos ha cenar.

Yo comencé a caminar por los pasillos. Al ser ya oscuro daban miedo, y mucho. Pensaba que mi padre venía detrás de mí, aunque me pareció raro no oír pasos. Me gire, y no estaba.

Me quede plantado en medio del pasillo. Ahora el confundido, era yo.

Llegue al gran comedor, donde mi madre ya estaba sentada en su extremo de la mesa correspondiente. En el otro iba papa, y yo por el medio.

Yo era hijo único. Y ha decir la verdad, siempre me hubiese gustado tener un hermano. Estar solo hasta que me llevaron al internado no fue nada agradable. Y aparte de que me aburría, no me dejaban ver la casa no sea que me perdiera. Yo sabía que mis padres no querían que yo me perdiera, pero eran un poco idiotas la verdad. Yo no era mal chico de pequeño, no iba ha hacer ninguna ruindad, o quien sabe.

- ¿Y tu padre? – Me pregunto mamá.
- Me fue ha buscar a la habitación, que por cierto, apareció una gota de sangre de no se donde. Yo no tengo ni un rasguño, y aparece eso. Esta casa ya esta como el internado a donde me llevaron, sin dejarme disfrutar de esos años que perdí de mi vida como me hubiera gustado.
- Tom. Era necesario.
- No, no lo era. Yo hubiera podido ir a un colegio normal, en vez de a esa porquería de internado. Y tú y papá lo sabéis.

Mi madre iba ha hablar, pero en ese momento entro mi padre.

- Walter, por favor. La cena.
- Si, señor.

De cenar hubo, carne ahumada, con puré de papas y guisantes, con salsa de champiñones. Nada comparado a la mierda de comida del internado.

En el internado era siempre lo mismo, puré de verduras, y filete de pescado. Y de postre un flan.

Yo la verdad no sabía de donde había sacado el cuerpo tan bien formado que tengo. Y no es por presumir, pero bien guapo que soy y pedazo de cuerpo que tengo.

- Hablábamos de la estancia de Tom en el internado. – Interrumpió mi padre.
- A sí. Y dime Tom. ¿Alguna novia?
- Solo rollos de una noche. – Mi padre se atraganto.
- Te lo estoy preguntando, enserio.
- Y yo te estoy respondiendo enserio. – Comenzaba a molestarme la cena. La comida si estaba deliciosa, pero la conversación demasiado podrida.
- No me hables así.
- Y ¿cómo mierda quieres que te responda? – Dije con toda la comida en la boca.
- Tom, no seas tan irrespetuoso y si no te importa, traga antes de hablar.

No dije nada, seguí comiendo como si allí solo estuviera yo. Y eso de “Traga antes de hablar” me molesto, yo no era ningún crio para que me estuvieran enseñando como comportarme en la mesa. Además, si no se, o lo hago irrespetuosamente, sería porque nunca tuve padres que me enseñaran, ya que con mandarme aun maldito internado tenían. Gentuza.

- Yo creo que Tom, debería buscarse una esposa. – Mi madre sonrió.
- Hey… Te me relajas. Que para mierda bastante tuve con casi ocho años en un internado. No pienso de casarme hasta los cincuenta, y ni se si me casare.
- Tom… retírate a tu habitación. – Me levante y cogí el baso y el plato. Me iba ha comer a mi dormitorio.

Iba ha salir de la sala de comer, pero antes me vire hacia donde ellos estaban.

- No piensen encasquetarme una mujer, que estoy muy joven para matrimonios. Y si hablo con la boca llena o no, es mi problema. No me tienen que educar a esta edad. Y si se molestan, al fin y al cabo la culpa es vuestra, que en vez de educarme como una persona me encerraron en un internado como un animal.

- - -

Cuando llegue a mi habitación, di un fuerte portazo al cerrar la puerta.

Me senté en mi cama, y acabe de comer.

Y de nuevo esa sensación incomoda, de que alguien me estaba vigilando. Sin moverme de mi sitio, empecé a mirar para todos lados. Me levante sigilosamente de mi cama, dejando la vajilla a un lado. Y comencé a caminar por toda mi habitación, mirando todos los rincones, uno por uno. Pero nada. Y ese presentimiento seguía en pie.

- “Me estoy poniendo trastornado de remate. Se supone que…ni siquiera se que se supone. Soy idiota” me dije a mi mismo.

Estaba plantado como una hoja de césped en medio de mi habitación. Pensando ni siquiera se en que estaba pensando. Solo quería que todo dejara de ser extraño. Acababa de llegar del internado, y lo primero que me encuentro en mi habitación es una gota de sangre. Y no estaba dispuesto a pasar por lo mismo. Quería dormir en paz. Y eso que aun seguía en medio de mi habitación.

Alguien toco mi puerta.

- Adelante.
- Vengo a recoger la cena señor. – “De nuevo con Señor” pensé.
- Esta sobre la cama. – La tomo, y se disponía a salir de mi habitación.
- Walter. – Llamé.
- ¿Si, señor? – Me tensé un poco.
- ¿A pasado, algo en esta casa que yo deba de saber? – Su cara cambio ha sorprendido.
- No señor. Absolutamente nada.
- Vera, es que, noto que alguien me vigila. – El miro a todos lados. – Y a pareció sangre, al lado de la ventana. ¿Seguro que no ha pasado nada?, esto me preocupa.
- Tranquilo señor. Lo de la sangre quizás fue algún pájaro, que se poso en su ventana y estaba herido, y por lo de que le vigilan, no se preocupe. Lo mas seguro es que le es extraño estar de nuevo en la casa, y no en su colegio. – Asentí.
- Quizás tengas razón. Bueno, me acostare.
- Esta bien señor. Pase buenas noches Se… - Puse una mano como “parándolo” – Tom. – Corrigió. Yo asentí.
- Usted también. Y salió de mi habitación.

Después de estar, más de cinco minutos sacándome la ropa y vigilando a mí alrededor. Me di cuenta que tenia que cambiarme los boxers, me incomodaba un poco dormir con ellos. Aun esa presencia seguía intacta, y mire a los lados, solo tenia una solución. El armario.
Me metí dentro y incómodamente me quite los boxers. Dándome con la tabla de la derecha mas de cinco veces. Encima me quedaba un poco bajo de tamaño. Me puse el short del pijama como pude y salí.

Me metí debajo de mis mandas y cerré los ojos. Intentado conciliar el sueño, pronto un ruido me saco de mi intento de sueño… ¡¿Qué había sido eso?!

La luz de mi corazón - Capitulo 1 - By Naghiny Ribberth

By Tom

Caminaba con prisa hacia mi siguiente clase, habían pasado como dos horas desde que Bill me había dicho, que me moría por él. Cosa que era bastante cierta.

Solo me quedaba una hora mas, y ya me podía marchar a casa, y reflexionar sobre lo sucedido, con Bill. Todavía no me podía entender como era que Bill, sabia lo que yo sentía por el.

Solo camine pocos metros más, cuando me detuvo la hermosa melodía de su voz;

- Entonces me acerque a su oído y le susurre; “Se que te mueres por mí” – Bill lo decía bastante emocionado.
- Entonces… Abriste la boca sin saber lo que decías. Bill, como Tom te haga algo, a mí no me vengas luego con lloriqueos. – Oí que le dijo una voz mas grave que la de él.
- Georg, no seas tonto… Tú sabes mejor que nadie lo que yo daría por estar a su lado… - ¡¿¡QUE!?!... Me pregunte para mí mismo… Me quede en shock… ¿Cómo que estar a mi lado? – Además Georg, tú eres el único que sabe, cuanto lo a… - No pude oír la ultima palabra, ya que sonó, el timbre de cambio de clase.

Camine, antes de que se dieran cuenta de que los estaba espiando… Ahora estaba más confuso, pero tenía un par de cosas claras. La primera, Bill… quería estar a mi lado, pero no entendía el por que. La segunda, Bill… no tenia nada contra mí, más bien al contrario; quería estar junto a mí. Pero después de darle muchas vueltas al asusto, la única conclusión, que mis neuronas eran capaces de formar, era; “Solo lo quiere hacer por joder”… Pero no me iba ha aferrar a esa conclusión, podían haber varias, ocultas en un mismo misterio.

Llegue a clase… por fin, mi última clase del día. Me senté al fondo, como siempre… Saque mis cuadernos de Literatura y un bolígrafo, que rápidamente empecé a morder por la tapa. El profesor no había llegado, y ya con tan solo unos cinco minutos de clase, comenzaba a mirar mi reloj, que por desgracias iba muy lento. Entonces, me di cuenta. Tenía que pasar toda una clase… cincuenta y cinco minutos para ser exactos, con… Bill. Por suerte, no nos sentábamos juntos, el se sentaba con Pamela, la novia de su amigo Georg… Ella era repetidora, y de un año más que Bill.

Poco antes el entro por la puerta…haciendo como siempre, que se me cayera la baba. Entro tan despacio, moviendo tan bien sus caderas… mientras que su bello cabello negro se movía por la suave brisa que entraba por las ventanas… y pestañeando tan coquetamente. Con esos pantalones de cuero tan ajustados, su camisa de calaveras, sus botas por las rodillas, y su cazadora negra y plateada… Con ese toque de cadenas y joyas, que solo el sabe ponerle… y sus ojos… los hermosos luceros que alumbran mi corazón… tan marrones y seductores, con esa hermosa pintura negra delineándolos perfectamente… una simple obra de arte.

En ese momento hubiera dado cualquier cosa por ver la cara de idiota que se me había quedado… Me encontraba ubicado en mi mesa…Pero mi imaginación optaba por alejarme de aquella aula y llevarme a Bill al sitio más hermoso del universo… Él y yo… los dos juntos. Yo seguía pasmado mirándolo… con el bolígrafo más que mordido. El se acerco a Pamela, y le dio un beso en la mejilla seguido por un “Hola”… Yo lo seguía mirando sin parar… miraba cada fragmento de su piel, cada estructura de su figura… Era tan perfecto tan bello…

Me quede un momento intentado escuchas si le decía a Pamela algo de lo que antes había hablado con Georg, pero no, nada de nada… Y la curiosidad me estaba picando. Entonces, que mejor cosa que preguntarle a alguno de mis amigos… a lo mejor ellos me podían ayudar.

- - - -

Mi queridísimo amigo Gustav, ya venia hasta nuestro pupitre… Tenia que contarle todo lo que había escuchado, todo lo que había pasado, absolutamente todo.

- Hey – Me dijo el mientras movía su mano delante de mi cara, sacándome de mis fantasías amorosas con Bill.
- Ha… Hola – Dije seco… Pero con los ojos idos hacia esa sonrisa que sabia matarme y rematarme.

Gustav se dio la vuelta y miro hacia donde mi vista disparaba… luego me miro y suspiro.

- Se te van los ojos chaval. – Dijo sentándose.
- Se me van demasiado… - Seguía mordiendo el bolígrafo, y mirándolo abobado – ¿Te has fijado, en el hermoso lunar que tiene bajo su boca? Lo hace más hermoso… como si fuera una figura de marfil… Es más… su piel parece pura porcelana, frágil como el frió…
- Joder tío… a ti el amor te cambio… Todavía recuerdo cuando tenias catorce, que te quedabas abobado con los culos de las chicas que pasaban por delante de ti… pero llego tu princesa y se acabo… - Gustav tenia razón, Bill me había cambiado… por completo.
- Gustav. El amor es lo más maravilloso del mundo. Pero duele ver a la persona que amas y no decirle nada por cobarde… como soy yo. – Note que se me humedecieron los ojos… Ya había llorado por Bill, muchas veces… Por que la verdad, era lo que Bill había dicho. Yo era un cobarde un maldito cobarde… Siempre soñando con despertar una mañana y tenerlo entre mis brazos, de poder hacerle el amor, de poderlo besar, acariciar, de poderle hacer todo… pero como era de esperar, yo no podía era como si lo tuviera prohibido, por parte de mi familia.
- ¿Tom?... Estas llorando. – Dijo Gustav con cara de sorpresa. - ¿Que tienes?
Me levante corriendo y camine hasta la puerta, sin importarme lo que la gente pensara. Estaba llorando y ¿Que?... siempre vi eso de que los hombres no pueden llorar como una estupidez… Somos seres humanos, cualquier persona, animal… puede llorar porque para ello hay libertad. Y no importa lo que la gente piensa… Yo lloraba por amor.

Salí de la clase y Gustav iba detrás mía pronto me metí al baño, y al entrar él, cerro la puerta. Puse mis manos sobre el lavamanos y me mire al espejo… Realmente lloraba. Mi cara estaba empapada por varios ríos de lágrimas. Era impresionante como podía llorar tanto con solo pensar en que no podía tenerlo entre mis brazos. Gustav me miraba sorprendido, jamás me había visto así… Abrí el grifo, y junte mis manos, las llene de agua y me las pase por mi cara. Salpicando todo a mí alrededor… Mis labios se temblaban solos… Mis rodillas también. Cerré mis ojos y respire profundamente una y otra vez. Gustav me extendió la mano con una toalla en ella, la cogí y me limpie la cara… Aunque mis ojos permanecerían rojos. Pase mis puños por mis ojos, restregándolos y asiendo que parasen de llorar.

- Me avergüenza… que me hallas visto así. – Suspire, mientras que perdía mi vista en el piso. – No lo puede evitar… - suspire – por mas que quise.
- No pasa nada Tom… te entiendo. – Dijo Gustav poniendo una de sus manos en mi hombre y apretándolo con suavidad. – Estas así por el… En el amor se que se sufre, Tom.
- ¿Pero, por que hay que sufrir…? ... ¿Porque no puede ser fácil? Si yo lo amo con todo mi corazón.
- No todo en la vida son comodidades y cosas simples o fáciles… - Gustav, tenía razón… Soy un niño rico… y siempre pensaba que con el dinero se podía conseguir todo… Tal y como mis padres me dieron a entender.
- Eso ya lo se… También se lo malo que es amar a Bill… - No era malo, simplemente era inalcanzable. – Si hubiera un milagro, una coincidencia… un simple roce con el que nos diera a comenzar una amistad… pero simplemente, No hay nada.
- Tom… quien dice que no hay nada… A lo mejor un día se pueden llevar bien, y ese día no tiene porque estar lejos. – Me dijo siendo lo mas sincero que podía.
- Hoy estuve a nada de el… de su pelo, de su piel, de su olor… prácticamente… lo sentí tan cerca de mi. Deseé tenerlo entre mis brazos… poder acariciar su hermoso cabello… decirle que si… Que me muero por el. Pero para todos… fingir va primero que el amor. Y las cosas no son así. – dije ya un poco mas recuperado de mi llorera.
- Claro que no son así… El amor, va primero que ser mentiroso o simplemente hacerse el que no sabe nada…
- Te tengo que contar una cosa… Lo más mágico que he podido escuchar hoy… de la hermosa boca de mi mapachito. Pero te lo cuento en clases… ahora vamos antes de que el profesor nos eche la bronca.

Para mi sorpresa, el profesor ya estaba adentro. Entre con la cabeza gacha y todo el mundo me miraba… Pero lo mas que me impresiono fue la hermosa mirada que deposito Bill, en mi. Me senté en mi pupitre, y a mi lado Gustav, quien me hablaba para distraerme de los demás… Pero por más que lo intentara, no mirar a Bill, era imposible.
Me miraba con ternura… con una hermosa ráfaga de paz y dulzura en su mirar. Tampoco podía olvidar su aroma… Su suave olor a mora. Que me había vuelto aun más adicto a él.
Lo mire sin parar al igual que el a mi… No se como… pero sentí que en esa mirada había algo mas que paz… Sentí que nuestras miradas se estaban comunicando con amor. Amor del que une a dos personas en uno solo. Amor de amar.
El me dejo de mirar en un abrir y cerrar de ojos. Era muy extraño. Como que ese día nos habíamos mirado mucho.
A mucha gente puede que una mirada así la sintieran como algo incomodo… Para mi era todo lo contrario me encantaba mirarlo y que me mirara… lo hacia tan especial. Como si esa mirada de verdad valiera algo, como si quisiera decir algo… Como si lo único que quisiera demostrar era cariño y amor. La mirada de un ángel… Esa era la mirada de Bill.

La clase continuo tranquila… Mi reloj no daba señal de ir rápido, todo lo contrario, peor que una tortuga. Me estaba impacientando. Lo mas seguro era que me habían puesto retraso, ya que me pase en el baño como diez minutos, calmando mi llanto.

Muchas noches me tumbaba en mi cama y miraba el techo… Después miraba así el lado derecho de mi cama. Siempre estaba vació, siempre intacto… Pero en fin, eso algún día tendría que cambiar.

Gustav me miraba muy atentamente no entendía el porque… Con el bolígrafo señalo mi mejilla, a la que rápidamente acerque mi mano. Otra lagrima más. Me la seque y mire para donde el estaba. Todos tenían puesta la mirada sobre mí… incluso mi mapachito. El profesor también me miro.

- ¿Esta usted bien, Trümper? – Dijo mirándome firmemente.
- Si seños, estoy bien. – Dije y volví a bajar mi mirada.

La clase transcurría tranquila, incluso se me había olvidado comentarle ha Gustav lo sucedido con Bill. Pero claro, Gustav me lo recordó.

- Oye, ¿que era lo que me tenías que decir, a cerca de lo sucedido con Bill?
- Pues veras… Esta mañana cuando sonó el timbre yo subí al tercer piso. Andreas y Bert… lo estaban fastidiando. Y pues yo me acerque a el por detrás sin que el se diera cuanta. Los chicos desde que me vieron lo dejaron de joder, y salieron corriendo. Pero antes de eso él se dio la vuelta, y casi, casi lo beso. Más bien nos besamos. Y bueno, tuvimos una media charla, media discusión.
- ¿Porque lo fastidiaban los chicos? – Me interrumpió Gustav.
- Porque Bill le dijo, que las chicas con las que nos juntamos a veces son putas. Aunque Bill tiene toda la razón, ellos se ofendieron. Y pues, luego nos peleamos el y yo. Entonces se acerco tanto a mi… fue tan lindo tenerlo cerca, y me susurro al oído; “Se que te mueres por mi”. – La expresión de la cara de Gustav cambió a sorpresa rápidamente. – Bueno, yo me quede trabado no sabia que decir, y Bill se marcho.
- Joder… es decir… ¿Lo sabe? – Gustav parecía más sorprendido que yo cuando Bill me lo dijo.
- No Gusti… no lo sabe. Luego cuando me venia para esta clase, me pare ha oír a él y Georg hablando sin que se dieran cuenta. Veras; Bill, le dijo a Georg, que el lo había dicho así como así, sin saber que decía… y luego Georg le dijo que como yo le hiciera algo, por el haberme dicho eso, que no le fuera con lloriqueos, y luego Bill le dijo “Georg, no seas tonto… Tú sabes mejor que nadie lo que yo daría por estar a su lado” Yo me quede estupefacto de verdad… no entiendo porque dijo eso, y después dijo “Además Georg, tú eres el único que sabe, cuanto lo a…” y no pude oír nada mas porque sonó el timbre y pues me vine para acá. Pero no se lo que se puede significar eso “cuanto lo a…” de verdad, estoy echo un lió. – Suspire. De verdad no entendí que quiso decir Bill con eso.
- No me jodas… Así que quiere estar contigo. Y luego me dices que si hubiera un milagro o algo así. Tom ya lo tienes… captúralo. Y en cuenta a eso de “cuanto lo a…” pueden ser muchas palabras. Por ejemplo. – Lo interrumpí.
- “Cuanto lo a-m-o” – Me sonreí como un idiota.
- O, también puede ser, “Cuanto lo a-b-o-r-r-e-s-c-o”. –Mi sonrisa desapareció.
- Gracias, por los ánimos Gustav. – Dije.
- De nada. – Me contesto el muy…

Bill estaba entretenido hablando con Pamela, ya no me miro más durante toda la clase… Mi mente seguía muy confusa… pero de algún modo tendría que arreglar y ordenar mis pensamientos… necesitaba tiempo, pero lo haría.

No tardo en sonar el timbre de salida… Recogí todo, y salí del instituto. Tenia ganas de llegar a casa, y acostarme a dormir. Me sentía muy agota, sin duda alguna había sido un día, muy “extraño” para mi.

By Bill

Durante toda la clase de italiano me sentí extraño… más enamorado que de costumbre. Solo haber podido notar su fragancia y recordarla mi mente viaja a tantos lugares… lugares hermosos, bellos, en los que solo pudiéramos estar el y yo. Lo amaba, sin duda alguna lo amaba… Tenía tantas ganas de decírselo, de decirle que me moría por besar sus labios, por acariciar su piel. Pero no. Tom para mi era fruto prohibido. O al menos hasta donde yo sabía. El siempre estaba con sus chicas. Y yo… yo siempre me estaba muriendo de celos, por eso. A veces tenía tantas ganas de ser una de ellas. Pero no. Mi destino era morirme sin poder tener nada suyo, ni un simple beso. O una simple caria, un cálido abrazo… absolutamente nada. El era algo intocable por mí… algo como un frágil cristal… del que con solo rozarlo con mis dedos se rompía. O al menos eso creía yo… y mi entupida mente en ese entonces.

Pasaron, Historia y Tecnología muy rápido… En tecnología, nos dejaron salir antes, por lo que puede buscar a Georg y hablar con él… Como siempre se encontraba en el pasillo del segundo piso, esperando a Pamela su novia. Camine hasta llegar donde estaba él. Necesitaba decirlo lo que había ocurrido con Tom, el era el único que sabia lo que yo sentía por Tomi. Y en el único que confiaba sobre ese tema.

- No te imaginas lo que me paso… - Le dije mientras que colocaba mi bolso y mi archivador sobre el banco. – Vas a flipar.
- Sorpréndeme… - Dijo el.
- Vale… ponte cómodo. – Dije mientras que me paraba delante de el.
- Ya lo estoy… ahora cuanta que me muero de la curiosidad. – Dijo.
- Veras… estuve a nada… de… Tomi… - Lo dije con una sonrisa de oreja a oreja… verdaderamente estaba feliz, de haber podido acercarme a él. – Veras; Sus amigos me estaban fastidiando y entonces llego el por detrás de mi. – lo contaba como si estuviera leyendo un cuento, y moviéndome para todos lados. – Encima, fui un necio… lo tuve detrás y cuando me di al vuelta pensando que no había nadie… casi…casi nos besamos… Fui tan idiota hubiera seguido como si nada y lo hubiera besado. – Georg estaba con cara de “cosa rara”.
- Ya veo… ¿y no te dijo el nada? – Me pregunto.
- Tuvimos una discusión pequeñita. Porque yo les dije a sus amigos y a él también que sus “amiguitas” eran unas zorras. Por esos sus amigos se metieron mas conmigo, y luego llego el. Bueno, cuando el llego sus amigos salieron corriendo, y nos quedamos solos el y yo. Entonces note que me iba a hacer una esquema completo de preguntas… incluso creo que oyó cuando lo llame cobarde. Bueno mas bien se los dije a sus amigos, y ellos dijeron que el era un ejemplo a seguir. Y en fin… por donde iba. Me apresure a decirle algo. Enserio me dio muchísimo miedo. Pero se lo dije. Lo peor era que no sabia de que hablaba, es decir lo dije sin abrir la boca.
- Bill… ¿que dijiste?, no me asustes. – Dijo Georg abriendo mucho los ojos. – Venga di.
- Esta bien, bueno el estaba allí parado entonces – Me interrumpió.
- Entonces ¿que? – si que estaba flipando.
- Entonces me acerque a su oído y le susurre; “Se que te mueres por mí” – Lo dije emocionado. Un poco orgulloso de haberlo echo. La cara de Georg era para reírse hasta más no poder.
- Entonces… Abriste la boca sin saber lo que decías. Bill, como Tom te haga algo, a mí no me vengas luego con lloriqueos. –Me dijo Georg con voz firme - Georg, no seas tonto… Tú sabes mejor que nadie lo que yo daría por estar a su lado… - Sinceramente quería compartir cada segundo de mi vida con el… y poder amarlo sin medidas – Además Georg, tú eres el único que sabe, cuanto lo a… - Sonó el timbre pero pude acabar la frase. – cuanto lo amo y lo quiero.
- Bill estás loco. – Me reí... Estaba loco, pero por Tom.
- A que si… mira hay viene Pamela. – Georg se levanto y la abrazo, después la beso…como de costumbre.

Ella tenía un poco de prisa, tenía que terminar unos apuntes.

- Bill te espero en clase debo de terminar unos apuntes de literatura. No te tardes. – Me dijo.
- Ya mismo voy para allá. – Le conteste, y se perdió entre la multitud del pasillo.

Yo y Georg estuvimos allí poco menos de cinco minutos…

- Bueno, ya me voy para la última clase… que tengo ganas de llegar a casa ya. – Le dije dándole un abrazo.
- Está bien. Hasta mañana. Disfruta de esta clase, estas con Tom. – ya se me había incluso olvidado de tanto pensar en lo que paso entre el y yo.
- Hay es verdad… claro que lo haré. Chao. – Dije cogiendo mis cosas y marchándome de allí.
- Hasta mañana. – Me grito el y agito la mano. Yo hice lo mismo.

Camine por los pasillos… Tenia ganas de llegar y verlo. El era como mi cocaína… mi droga. Solo él.
Ya veía la puerta de clases al fondo, y se oía a toda la gente hablando dentro. Lo cual quería decir que el profesor no había llegado. Entonces entre… como de costumbre.

Tenia la costumbre de caminar como un modelo… Moviendo las caderas pero no lo hacia por provocar a nadie, solamente me adapte a caminar así, nada mas. Las ventanas estaban abiertas, lo cual hizo que la brisa de aire que entraba moviera mi pelo hacia atrás y se volara un poco. También pestañeé al impactar el aire en mis ojos… a decir la verdad soy muy coqueto.

Entre y lo vi… tenia la mirada como perdida… Estaba tan lindo… tan acurrucadito en su gran abrigo. No lo mire, para que los demás no se dieran cuenta de nada, y me acerque a mi pupitre donde estaba Pamela.

Ella era una buena chica. Mediría como 1.65, era menudita de cuerpo… Tenía dieciocho años, a compasión de Georg que tenia diecinueve. Su pelo era largo y castaño, sus ojos verdes como esmeraldas… su piel era más pálida que morenita… La conocía desde hacia dos años, y llevaba saliendo con Georg cuatro. Ellos cada vez estaban mas y mas enamorados… cosa que en ocasiones me daba un poco de molestia. Ya que yo también quería estar así con mi Tomi.
Ella sabia un poco de lo mío con Tom… Sabía que me gustaba y mucho… incluso muchas veces delante de ella se me había escapado las ganas que tenia de robarle un besito aunque fuese pequeñito a Tomi.
Pero también me sentía orgullosa de lo suyo con Georg, ya que esperaban un hijo. Solo llevaba poquito tiempo de embarazo cerca de los tres meses… Su barriga no abultaba solo una cosita mínima difícil de ver. Solo lo sabíamos ella y yo. A Georg no le habíamos dicho nada, se tendría que esperar. Ella y yo queríamos que fuese una niña, mientras que Georg un día había dicho que si tenía un hijo lo quería niño, para enseñarlo a jugar a fútbol. El típico deporte.

Me acerque a ella.

- Hola. – Le dije y le di un beso en la mejilla.
- Hola de nuevo. – Me dijo mientras me sentaba.

Pose mi mano sobre su vientre.

- ¿Como esta mi sobrinita? – Dije y ella sonrió.
- Si… tu sobrinita… porque como sea niño me da un disgusto. – Los dos reímos.
- Si… ya veras que será niña y que Georg se enfadara al principio. Pero ya llegara el niño. ¿Ya le tienes nombre? – Le dije. Ella se contento.
- Bueno a mí me gusta uno… La quiero llamar Marcella… Pero no se que si a Georg le gustara. – Dijo ella acariciándose el vientre.
- Marcella… Suena bien. Me gusta mucho. Marcella Listing. – Dije.
- Si… Yo creo que si le gustara… además yo soy la que la trae al mundo. Me merezco poner el nombre… - Dijo y se echo una pequeña risita.
- Si… Georg la hace pero tú te encargas del trámite más miedoso. Así que Georg a joderse. – los dos reímos.

Desvié un poco mi mirada hacia donde estaba Tom… el estaba a punto de… llorar. Me asuste muchísimo. Tenía miedo de que le pasara algo malo. Tenía tantas ganas de ir y consolarlo. Y decirle que pasara lo que pasara yo estaba con el. Se veía tan lindo con sus ojitos humedecidos… tan bellos.
De repente se levanto como alma que lleva el diablo y salio por la puerta, verdaderamente mal, y con la cara llena de lágrimas a más no poder.
Me levante de la silla, pero Pamela se apresuro a tomarme por un brazo.

- ¿A dónde vas? Sabes que si Tom te ve puede sospechar. – Me dijo. Tenía razón.
- Ya se que si me ve, las cosas me pueden ir muy mal… - Dije.
- Entonces… no vayas. Si te ven ellos pensaran que te estas metiendo en asuntos que no te incumben. Y será grave. – Tenía toda la razón.
- Pero…
- Pero… ¿que? – Me miro. – Bill, se que estas enamorado de el… pero no es para dejarlo claro delante de todos. – De nuevo tenía razón.
- Me preocupa… me da miedo que alguien le este haciendo mal, y por eso este llorando. – Odiaba verlo triste.
- Bueno, esta bien… siempre con tu carita de niño bueno me convences…- Tenia razón… siempre le ponía esa cara. Ella era como mi hermana mayor.
- Te quiero.
- Y yo.

Salí de clase, pero primero mire hacia los lados para ver si estaba el profesor de guardia o no. El baño quedaba a poco de allí. Estaba completamente seguro de que había ido allí. Camine, y con cuidado me apoye en la puerta. Alguien la tubo que haber cerrado.
Mire por la rendijita que había allí. Estaba frente a el espejo… su cara estaba mojada. Tenía una toalla en la mano. Me posesione bien, y escuche atentamente.

**

- No pasa nada Tom… te entiendo. – Oí que le dijo Gustav. – Estas así por el… En el amor se que se sufre, Tom. - ¡¿¡QUE!?! AMOR… Mi Tomi lloraba por amor… No pude evitar enfurecerme… Había alguien que me lo quería quitar.
- ¿Pero, por que hay que sufrir…? ... ¿Porque no puede ser fácil? Si yo lo amo con todo mi corazón. – Ahora una lagrima era la que resbalaba por mi mejilla… estaba enamorado de otro… Entonces pare… ¿OTRO?... A Tomy, le gustaban los chicos. Por esa parte… ya tenía un punto a mi favor.
- No todo en la vida son comodidades y cosas simples o fáciles… - Gustav tenia toda la razón.
- Eso ya lo se… También se lo malo que es amar a… - Metí un brinco cuando mi móvil sonó… Iba a descubrir quien era mi competidor y mi maldito aparato sonó. – Si hubiera un milagro, una coincidencia… un simple roce con el que nos diera a comenzar una amistad… pero simplemente, No hay nada. – Amaba a otro… Me fui sentando poco a poco en el piso… y unas lágrimas adornaron mis tersas mejillas… lágrimas de dolor, de no poder ser correspondido en el amor.
- Tom… quien dice que no hay nada… A lo mejor un día se pueden llevar bien, y ese día no tiene porque estar lejos. – Me levante del suelo enfurecido… ya no quería oí mas…Me dolía el corazón bastante, Tomi amaba a otra persona… Pero me pare a pensar un momento. Como yo me podía sentir a si… Todo había sido culpa mía. Por no haberlo enfrentado antes… Por no haber ninguna vez en cuatro años que llevaba amándolo hablarle… Pero no me importaba. Lo más que me importaba era el bienestar de Tomi, y que fuera feliz… Pero no iba ha permitir que me lo arrebataran así como así… Iba a enamorar a Tom.

Entre a clase… Todos me miraron extrañados pero me dio igual. Me senté al lado de Pamela. Quien se quedo extrañada de verme así.

- ¿Que te paso Bill? – Dijo tocándome la mejilla.
- El lloraba por amor… Pami… El ama a otro. – No pude evitar llorar.
- Ven clámate… - Me acerque y me abrazo.

El profesor entro por la puerta… todos se sentaron y yo me había secado los ojos. Que por suerte no estaban rojos.
El todavía no venia… de seguro le estaba contando a Gustav lo que sentía por el carbón que me quito su corazón…El amor que siempre soñaba con que fuera solo mío… Que me lo robo a él. Estaba muy enfadado…

- Bill cálmate… quien te dice que no tendrás oportunidad tú. – Me dijo Pami.
- En un echo que no… Dime…yo soy nada comparado con el… El es un rico… de seguro que su “cabrón” será igual… Tú crees que él se fijaría en un pobretón como yo… No… Porque para él, nosotros somos escoria. Para el y para su familia…somos esclavos. El jamás podrá amas a alguien como yo… NUNCA. – Me sentía realmente mal… - Ahora se lo que se siente cuando te rompen el corazón.
- Bill por favor… eso no es así… - pamela trataba de calmarme… - Tu no eres tan pobre… pero tampoco tienes mucho… Tu no eres un esclavo eres una persona con sentimientos… Y quien te dice que su “cabrón” como tu lo llamas es rico… Nadie, no te lo dice nadie… Parate ha pensar una cosa… ¿Que pasaría si esa persona fueras Tú? Si tú fueras de quien Tom esta tan enamorado… ¿Has pensado eso? – Yo el amor de Tom…
- No lo he pensado… y tampoco quiero… porque yo para el no soy nada… Dejemos esto a un lado. No quiero seguir hablando de él.
- Está bien, Bill. – Dijo Pamela.

Tom entro por la puerta con al cabeza gacha… No pude evitar mirarlo… mirar su hermoso perfil… Yo lo quería a él… yo quería que el fuera el amor de mi vida, aunque para mi ya lo era… que el fuera mi hombre… mi protector… que fuera mi todo.

Baje mi mirada… no supe el porque y lentamente la subí… Nuestras miradas se conectaron… Era una mirada de ternura…Era perfecta. Quise pasarle paz… Él estaba mal por amor, yo también… Solo fue una mirada… tan mágica como hermosa… Pero no solo había paz… sentía el amor… Como si me estuviera diciendo algo… como si nos estuviéramos diciendo… “Te amo”.
La corte rápidamente mirando para otra parte… Eso no podía ser… el estaba enamorado de otro… Por más que me doliera tenía que aceptarlo… Tenía un rival.

La clase estaba en silencio y yo seguía con mi cabeza gacha… hasta que la quise levantar. Todos miraban a Tom… quien en su mejilla tenía otra lágrima.
El profesor también se dio cuanta.

- ¿Esta usted bien, Trümper? – Dijo el profesor mirándolo firmemente.
- Si seños, estoy bien. – Contesto el con su dulce y al mismo tiempo grave voz...

Pasaron minutos y el ya estaba hablando de Gustav… parecía estar mejor que antes… Pero como siempre… algo tiene que ir mal.

- No me jodas… Así que quiere estar contigo. Y luego me dices que si hubiera un milagro o algo así. Tom ya lo tienes… captúralo. Y en cuenta a eso de “cuanto lo a…” pueden ser muchas palabras. Por ejemplo. – Le dijo Gustav a él… Encima… el muy cabrón, que me lo estaba quitando quería estar con el.
- “Cuanto lo a-m-o” –Tom se sonrío. Y una ráfaga de tristeza toco mi alma.
- O, también puede ser, “Cuanto lo a-b-o-r-r-e-s-c-o”. – Su sonrisa desapareció… pero tenía una expresión divertida.
- Gracias, por los ánimos Gustav. –Dijo… medio con una sonrisa.
- De nada. – Contesto su amigo.

Pamela me miro…

- Lo oí Bill… Oí como dijo que lo ama… - Me puse mas triste.
- Yo también. – Gaché mi cabeza. – lo mas que me dolió fue cuando Gustav le dijo… “Ya lo tienes captúralo”. Eso me dolió mucho.
- Bill cálmate… quien dice que el chico que le gusta a Tom no tiene pareja. – Eso era muy cierto. – Falta poco para que se acabe la clase… cálmate y cuando llegues a tu casa tomate algo… Te sentirás mejor.

Pamela tenía razón… Quien decía que ese chico no tenía pareja… o mucho mejor, quien decía que era gay. Nadie…absolutamente nadie. Tenia esperanzas muchas esperanzas y las iba ha aprovecha… porque por amor se hacen locuras.

El timbre toco… muy rápido… Recogí, me despedí de Pamela y me marché.

By Tom

Conducía a una velocidad no muy alta, cosa rara en mí.

Tenia ganas de llegar ya a casa. De tumbarme en mi cama, de cerrar mis ojos y de soñar con mi mapachito…Con su blanca y resplandeciente sonrisa. Con su tersa piel… con todo el.

El instituto estaba como a ocho kilómetros de casa. Por eso utilizaba el coche… aunque en ocasiones me sonaba divertido ir en autobús. Pero mi padre decía que no. Que eso era poco para alguien como yo.
Yo era rico, muy rico… más bien demasiado… pero eso tampoco me gustaba mucho. Si yo hacia algún error desde que mi familia se enterase, me dirían un manual de instrucciones de lo que hubiese hecho… Eran muy estrictos conmigo… más bien demasiados. Eran dueños de una empresa de mecánica del cual sacaban dinero ha mas no poder… Yo tenía todo lo que quería… un buen coche, un closet inmenso, una habitación enorme… Pero me faltaba algo. Algo que al lado de eso era oro…Me faltaba Bill.

Mire mi reloj, las 14:10pm… Viendo que era viernes ya sabia cual era mi día… Llegar, almorzar, una pequeña siesta, luego estudiar, hacer como treinta minutos de pesas y abdominales, estar un poco en el ordenador, cenar, acostarme y levantarme a las 7:30am aunque no tuviera clases. Mis días eran lo más aburrido del mundo.

Aproveche que se puso el semáforo rojo, para buscar un disco, que poner. Mire el disquero y había uno de música relajante y romántica. Le di al play. Era aleatorio se ponía la que quería. Me toco “Helo” de Beyonce… Esa canción me recordaba tanto a Bill… A su cálida y preciosa voz… A su helo de paz.

Seguí mi camino… ya se veía la casa. Mejor dicho la casota. Vivía en la zona popular… estábamos cerca de la ciudad a pocos kilómetros. Allí era donde vivía Bill, pero en que sitio no.

Puse el intermitente y entre a un camino lleno de árboles y de rosales. Era largo como de doscientos metros. No iba ni muy rápido ni muy lento… mi padre no quería que estropeara el Cadillac por la velocidad. Era un tipejo realmente idiota, y se creía más que los demás… tal y cual como mi madre. Eran la pareja perfecta idiota con idiota… Que más podían pedir.
Ya terminado el camino, llegue y di la vuelta a la gran fuente que había en el patio delantero. Y estacione el vehículo en su sitio de siempre…

Me baje de el con pereza…no tenia ganas de verles los hocicos de búfalos a mis padres… Aunque siempre los tenía que aguantar. Cerré la puerta y le di al botón de la llave… quien cerro el auto. Empecé a caminar cuando note algo en los pies… como si algo se estuviera moviéndose entre ellos. Mire. Era mi hermoso gatito Casimir. Lo tenía desde los doce, cuando lo encontré de cachorro abandonado dentro de un bidón en la autopista. Estaba sucio, muerto de hambre, y tenia los ojitos enfermos y muy legañosos. Cuando lo vi, no me puede resistir y lo traje… A mis hermanos les encanto pero a mis padres, no. Decían que los animales ensuciaban la casa… incluso me prohibieron cogerlo en brazos… Pero no se salieron con la suya, no me iban a estar prohibiendo todo en la vida. Después de ese enojo, lo subí a mi cuarto… Lo bañe, le saque las legañas y le puse algo de comer… Era mínimo, una bolita de pelo blanca y con un poco de marrón clarito. Después le unte con un algodón manzanilla en los ojos. Y así durante unas dos semanas hasta que se recupero.

Me agache y lo cogí.

- ¿Como esta el niño de papá? – Le dije dándole un besito más abajo de la orejita.

El era de mi familia el único que sabia de Bill… y el único que se encariñaría con él, rápidamente. Con mi mapachito.

Entre a la casa. Todo estaba tranquilo. No se oía nada, excepto un maullido que soltó el gatito cuando lo deje en el piso. De seguro que ya todos estarían en la mesa.

Entre al comedor.

- Buenas tardes… - Casi todos estaban dentro.
- Llegas cinco minutos tarde. ¿CREES QUE ESO ES CUMPLIR CON TU DEBER? – Me grito mi padre mientras que golpeaba con la mano la mesa.
- Mira. Se me olvido que hoy había reunión familiar vale.
- Tu a mi no me hablas así. Niñato. – Me trataba como escoria por ser el menor de cuatro hijos. – Ahora siéntate… No nos hagas esperar más.

Me senté sin abrir la boca. No me trataba como un hijo… me trataba como poca cosa… como si no fuera de su familia.
La comida ya estaba servida… Podíamos empezar cuando quisiéramos.

- Oye Tom… ¿Como te va en el instituto? ya lo vas ha acabar este año ¿Tienes ganas de entrar a la universidad ya. – Me pregunto Darry. El más viejo de nosotros cuatro.
- No… no tengo ganas de ir a la universidad… Me voy a tomas un año de vacaciones. – Todos reímos.
- DE ESO NADA. – Grito mi padre.
- Papá no sabes decir nada sin tener la necesidad de gritar. – Le pregunto mi hermana Marilyn.
- Es que el problema es tu hermano… - me señalo con la mano abierta. – No quiere hacer nada… y es tradición como ya todos sabemos que se estudie medicina. – No quería, sinceramente odiaba pensar que en un futuro podría ser medico.

Acabe de comer y me subí para mi habitación. También subió conmigo Casimir… Entré y cerré la puerta con seguro.

Boté mi carpeta y mis libros sobre el escritorio… Algunos cayeron por el piso.
Me saque la tira negra que llevaba en la frente… También salio volada. Me retire la ancha camiseta… Pero antes el sudoroso abrigo. Deje mi buen formado cuerpo al aire… La verdad, tenía un “cuerpazo”. Musculoso, con tableta, músculos… Pero de que me servia eso… Con eso no iba a conquistar a Bill. El a diferencia mía era tan menudito, tan ligero de cuerpo… como una pluma… Lo llamaba “mapachito” por sus ojos… Siempre los llevaba negros… eran tan lindos… y claro… como los mapaches tenían esa sombra al rededor de los ojos, pues yo también tenia uno… mi hermoso mapachito.
Me saque el cinturón y me saque los pantalones… quedando en calcetines y en boxers. Me puse un pantalón corto y cómodo y me tumbe en mi cama.

Casimir se acurruco a mi lado, y comenzó a ronronear. Le acaricie el lomo… y se fue quedando dormido.

No se cuanto tiempo me pase mirando el techo… pero estaba claro que dormir no podía.
Me levante y cogí el portátil.

Coloque bien las almohadas me metí debajo de las mantas… y lo encendí.
Tardo en cargar un ratito, pero finalmente cargo. Todos los días entraba siempre a un mismo sitio. El facebook. Allí me había echo otra dirección y había agregado a Bill. Siempre miraba los comentarios… y le dejaba notas… diciéndole que era su admirador secreto. O le manda postales de amor o algo. Entre a su perfil. Decía que tenia cuatro fotos nuevas… y como no las mire. En la primera salía el… tan bello con esa sonrisa que me mataba. La guarde. La segunda también era de el… se veía en un parque sentado a los pies de un roble. La guarde. La tercera se veía en la playa… comente realmente rápido…
** Pero mira si eres realmente precioso…** Y me fui para la ultima foto… Era su cara… tenia puesta una bufanda roja. Y estaba en la nieve… sonreía a la perfección… no pude evitar comentar. **Me encanta tu sonrisa**… Ya me iba a salir cuando me llego un msn. “Bill ha comentado”. Casi salto de la cama. Nunca había hablado por allí con el. Entre a la foto de la playa. ** Deja de decirme ya eso… me pones rojo**. “Pero que lindo” pensé. Y luego fui a la otra. **No se que le vez de especial… si esta toda torcida** Tenía razón. Sus dientes no eran rectos… pero aun así, me encantaban. No pude evitar y le abrí un privado.

- Hola. – Le mande. Paso poco tiempo para que el me respondiera.
. Hola. ¿Que tal? – Me mando…
- Bueno… hoy no ha sido uno de mis mejores días. Pero ahora que hablo contigo, pues estoy perfectamente. ¿Y tú que tal? – Le mande… quería formar una conversación civilizada.
- Pues… estoy mal. - ¡¿¡QUE!?!... Como que mal… Me dio pena… no me gustaba verlo sufrir...
- ¿Pero…porque?… ¿Te hicieron daño? – Temía la respuesta.
- Bueno tampoco eso… Solo que estoy enamorado… y al chico que me gusta, le gusta otro. – Todo el mundo se me calló encima… Mi Billy. Mi mapachito… Estaba enamorado de otro… Unas lágrimas resbalaron por mi cara.
- ¿Y quien te gusta? – Al cabrón que fuera, le iba a partir la cara.
- Bueno… no se lo quiero decir a nadie. – Eso no me gusto… Estaba encubriendo… a mi rival. Pero no iba a permitir que me lo quitaran.
- Ahh vale… Pues eso es un punto menos en mi favor. – le conteste.
- ¿Tu estas enamorado de mi? XD… - Me envió… No simplemente estaba enamorado, sino que también me tenía fascinado.
- Acaso no se nota… Claro que Si… Bill yo te quiero. – Parecía un verdadero idiota… Haciendo las cosas el doble de difíciles.
- Pero eso no es posible – Como que NO… las lágrimas me bajaban cada vez más rápido. – Además no te conozco de nada. – Ahora se iba ha enterar.
- Si me conoces… - le mande…
- Vale está bien, te creo pero no lo compliquemos más… Bueno ya hablaremos otro día, voy a echarme un rato. – Me mando.
- Que sueñes dulce hermosura… Te amo. – Le envié.
- Gracias… T.Q.M – Y se desconecto. Ese T.Q.M… hubiera quedado mejor si lo hubiera puesto “T.O.M Te amo”… Pero no… el amaba a otro.

Yo apague mi portátil, lo puse en el suelo y me eche para atrás… “No me ama” Dije, mientras que mas lágrimas salían de mis ojos sin papar…
Casimir se había acostado sobre una de mis almohadas… Así que para mi me quedaba la otra…
Me acurruque en ella… y me acorde de una cosa. De como había conocido a Bill.

Fue finalizando el verano… cuando empezaban las clases. Yo llegue con mi hermano mayor Darry. Aunque era mi segundo año en el instituto. Yo tenía trece años, y Bill también. Entonces yo estaba allí con mi pandilla como siempre… y el entro por la puerta. Todavía recordaba la ropa que llevaba. Una camiseta roja con brillos, unos vaqueros y una chaqueta vaquera… su pelo era una corta melenita un poco más arriba de los hombros… Desde que lo vi, me gusto. Pero a mis demás amigos no les agrado nada… mas bien lo vieron como ejemplo a fastidiar. Yo simplemente no podía… tampoco quería hacerle daño… Desde un principio estuvo con Pamela y con Georg.
Mis amigos lo veían, y lo trataban mal. Mientras que yo no me atrevía ni a ponerle una mano encima… Me enamoro desde un principio… así fueron las cosas.

Me acurruque mas en mis almohadas… y cerré mis ojos… quienes fueron llevándome al sueño poco a poco.

By Bill

Entre al autobús, y me senté por el medio no muy atrás. Estaba completamente casi lleno… me senté por el lado de la ventada… apoye mi cabeza en ella. Veía pasando todo muy rápido… no pude evitar soltar una lágrima al recordar cuando Tom dijo “Cuanto lo amo”… No se de que, pero esa frase me sonaba. Ahora que ya estábamos casi en el ultimo curso… tenía que pasar esto… cuando ya por fin, había tenido un acercamiento con él… me había enterado de que ama a otra persona… De que ya alguien ocupaba su corazón, y de que ese alguien no era yo. Me seque la lágrima antes de que alguien me la viera. Como esas de seguro que iba a soltar muchas más… porque lo estaba perdiendo.

- ¿Porque llora, joven? – Era una mujer ya mayor…
- No. Por nada. – No quería que nadie supiera lo que me pasaba. Estaba amargado.
- ¿Es por la novia, cierto? – Una sonrisa se dibujo en mi cara…
- Algo así. – Dije y me resiegue los ojos con el puño. – Pero no… exactamente novia.
- ¡Novio! – La mujer miro.
- Si… mas bien… enamorado… Pero yo de él, no él de mí. – Gaché mi cuello.
- Ahhh… Un amor que no es correspondido. Suele pasar… A mí me paso jovencito. Pero al final las cosas se arreglan… Ya veras como quedareis juntos. – Me trataba de dar ánimos.
- Ojala que lo mío acabe así… - Suspire.
- ¿Y como es? – Me pregunto la señora.
- Pues mas alto que yo… moreno, fuerte… es lindo. – me sonreí.
- Ahh… Pues espero que un fututo os vaya bien…
- Yo también. Bueno esta es mi parada. – Dije levantándome del asiento.
- Adiós jovencito.
- Adiós. – le respondí.

Baje y comencé a caminar…

Vivía en unos edificios… eran unos de los mas nuevos, a donde nos mudamos mama y yo… Cuando mi padre murió y no pudimos mantener la otra casa.

Aunque solo fuéramos mi mama y yo, cada uno tenía su espacio… Ella tenía su habitación, y yo la mía… Ella oía su música yo la mía. Nunca nos peleábamos por nada… éramos los mejor amigos.

Llegue a la puerta del edificio. Era alto tenia doce plantas… por fuera era marrón y beige todas los pisos tenían unos grandes ventanales por fuera… que alumbraban la sala por completo. Por decirlo así era como una de las paredes del salón. Yo vivía en el piso 9, portal B.

Entre. Había un pasillo largo, a la derecha estaban las escaleras, y como a un metro mas allá el elevador pero a la izquierda. Las paredes eran de color azul clarito, y en el suelo había una alfombra azul oscura, que llegaba de la puerta a unos diez metro que estaba el elevador. En medio del pasillo estaban los buzones. Busque el nuestro.

*Simone & Bill Kaulitz. +9-B*

Metí la mano, y solo había una carta. Una promoción del supermercado… al parecer eran los únicos que nos querían, y de vez en cuanto los del banco.

Camine hasta el elevador y toque el botón de llamada. Como en diez segundos las puertas se abrieron. Entre y toque el 9… Comenzó a subir, y mientras tanto yo me arreglaba en el espejo que había adentro. No quería que mamá, me viera marchitado. Entonces paró. Las puertas se abrieron y salí… Tenían el mismo tono azul y una alfombra más oscura. En cada planta había tres pisos. El mío estaba al final del pasillo. Llegue y metí la llave en la cerradura. Le di dos vueltas y se abrió la puerta.
Olía a papas fritas con pechuga de pollo… Una de mis comidas favoritas. Entre al salón y deje mi bolso y mi carpeta en el sofá…
Era grande tenia en media una mesa de cristal, con un florero de rosas y unas figuras indias medias raras. Al fondo tenia los ventanales y unas cortinas beige a los lados, que corríamos por las noche, para que mis pececitos pudieran dormir. La pared era de color un poco más fuerte que las cortinas, y de un poco menos de mitad para abajo era marrón pero no muy fuerte. El sofá era beige como las cortinas pero la tela brillaba y tenía muchos cojines marrones, blancos y beige con piedritas y lentejuelas. En frente del sofá había una estantería enorme. En la parte de arriba había estatuas, figuras y cosas así. En otra había libros, en la de abajo estaba la tele. Era de plasma la había comprado papa antes de morir… lo extrañaba mucho. Al lado izquierdo de la tele estaban los peces, en un terrario redondo. Eran dos Escalares… los dos blancos y negro, la hembra se llamaba Poly, y el macho que tenia la cola rajada Tomi. Y luego a la derecha las películas.
Sobre el sofá había otra estantería más pequeñita y tenía fotos de mí y de papa y mama. El suelo estaba cubierto por una gran alfombra. Al lado de la puerta de entrada había un perchero… y un espejo. Al lado, colgada del techo un helecho.
Entre a la cocina. Tenía el piso ha cuadros negros y blancos… y las paredes eran blancas. Había una mesa en el centro… la placa estaba sobre el horno, y al lado del fregadero. La nevera estaba a un lado de la puerta. Y unas estanterías por el techo. En la pared había dos cuadros de frutas… pintados por mama. La comida ya estaba servida.

- ¿Como esta mi precioso niño? – Me dijo mama mientras que me daba un abrazo y me besaba las mejillas y la frente… La quería muchísimo.
- Pues bien…- Dije soltándome de su agarre.
- Venga, a comer. Yo ya me tengo que ir. En quince minutos empiezo a trabajar… Hasta luego mi niño. – Me dio un beso en la frente.
- Chao mami. – Le respondí. Ella se marcho.

Miré la comida… realmente tenia hambre…Pero no quería comer en la mesa solo. Cogí el plato y me fui para mi cuarto. Llegue y deje allí el plato. Volví para la cocina y cogí un baso de Coca-cola… mi bolso, mi carpeta y me marche para mi cuarto…
Era de color naranja oscuro… la cama era de las grandes… con la cabecera de hierro, formando una especie de nudos… Del techo colgaban dos cortinas que cubrían la cama al rededor… cortinas naranjas, del mismo todo que el edredón… y tenia un montón de cojines naranjas y negro… y un peluche de un osito negro y blanco en medio… la lámpara del techó era como una especie de varas de hierro formando una cosa rara y con luces en las puntas… tenia como cinco bombillitas y era negra. En las mesas de noche había en cada una, una lámpara de lava. Negra y la lava naranja. Luego tenia por el techo un montón de estrellitas… cerca de la venta tenia el ropero… lo tenía hasta arriba… incluso tenia dentro toallas, mojadas que se me olvidaban sacar, de cuando me bañaba por la mañana. Luego, al lado de la puerta tenía una mesita de escritorio donde tenía mi portátil. Lo cogí y lo puse en la cama… También tenía puzles de vampiros en las paredes… ya que me encantaban.
Me eche en la cama y empecé a comer mientras esperaba a que me cargara el Windows… que tardaba como tres minutos.

Me encantaba la comida que asía mama… quedaba tan rica… cada vez mejor… y cuando hacia flanes o postres caseros… me podía comer bandejas enteras yo solito…

El Windows ya me había cargado… lo primero que me salía era el mensseger pero yo casi no entraba. Lo saque en la cruz roja, y entre en Google… quería darme una vuelta por mi facebook… haber que me encontraba. Allí tenía un “admirador secreto” siempre me mandaba tarjetas… o a veces poemas…
Entre… no había nadie conectado… así que subí unas fotos mías…

La primera era mía… y salía riéndome… La segunda me la había sacado mi mama… un día que fuimos de camping. La tercera era mía en la playa… de cuando fui con Georg y con Pamela… y la última de cuando fuimos los tres a hacer un muñeco de nieve… y al que había llenado de nieve fue a mí, en vez de al muñeco…

Ya había acabado de comer… Me levante y lleve el plato y el baso a la cocina. Los lave, los seque y los guarde cada uno en su estantería correcta… y me volví para la habitación…

Me senté en mi cama me puse cómodo y mire de nuevo los comentarios. Tenía dos nuevos… Los dos de mi admirador secreto...
El primero estaba en la foto de la playa; **Pero mira si eres realmente precioso…**. No pude evitas ponerme rojo… Al parecer yo le gustaba, y mucho. Le conteste; **Deja de decirme ya eso… me pones rojo**. Y después me fui para la otra foto, que era en la que estaba en la nieve. Mire los comentarios, y como no, me había comentado; **Me encanta tu sonrisa**. Ahora si que no me lo podía creer… mis dientes… que siempre han estado torcidos… y le gustaban; **No se que le vez de especial… si esta toda torcida**. Me sonreí…

Me dolía mucho la espalda… y tenia un poco de sueño… así que iba ha apagar el portátil, y gusto en ese momento, el me había abierto un privado… Cosa que no me molesto.;

- Hola. – Me había mandado.
. Hola. ¿Que tal? – Le envié.
- Bueno… hoy no ha sido uno de mis mejores días. Pero ahora que hablo contigo, pues estoy perfectamente. ¿y tú que tal? – Al leer eso me sonroje muchísimo… Pero mi día había sido, lo mas seguro peor que el de el.
- Pues… estoy mal. – Fui sincero… Lo que había oído me había dejado roto.
- ¿Pero…porque?… ¿Te hicieron daño? – Me sorprendió su interés en mi...
- Bueno tampoco eso… Solo que estoy enamorado… y al chico que me gusta, le gusta otro. – quise ser severo… y decírselo de una forma rápida, que no me hiciera recordar tanto lo sucedido con Tomi. Aunque no lo podía olvidar.
- ¿Y quien te gusta? – Escribí su nombre en la pantalla para enviárselo… pero pensé en que pasaría si lo conocía… mejor era no decirle.
- Bueno… no se lo quiero decir a nadie. – No era que no se lo quisiera decir, al contrario… Pero tenía miedo de que me descubriera Tom.
- Ahh vale… Pues eso es un punto menos en mi favor. –No lo entendí… ¿Que? … Pero le conteste algo sin pensar… haber si estaba enamorado de mi o no… aunque eso era un poco tonto… Pero no sabia que mandarle.
- ¿Tu estas enamorado de mi? XD… - Le envié… tenia ganas de saber, que quería de mí.
- Acaso no se nota… Claro que Si… Bill yo te quiero. – Me quede con la boca abierta… Ahora si que no sabia que contestarle.
- Pero eso no es posible – Escribí. – Además no te conozco de nada. – No sabia quien era… pero sentía que si lo conocía.
- Si me conoces… - Bueno… hasta ahí ya no sabia que pensar… así que conteste cualquier cosa.
- Vale está bien, te creo pero no lo compliquemos más… Bueno ya hablaremos otro día, voy a echarme un rato. –Le mande. Verdaderamente me estaba muriendo de sueño.
- Que sueñes dulce hermosura… Te amo. – El tono rojo de mis mejillas aumentó… nunca nadie me había dicho eso… Pero lo quería oír de los labios de Tom.
- Gracias… T.Q.M – Le envié eso y me desconoce.

Puse el portátil sobre el escritorio. Me saque los pantalones y las botas… baje la préciala y las cortinas, me metí debajo de las mantas... y me acurruque sobre los cojines y las almohadas… Pero no sin antes apagar la luz, y cerrar la puerta…

Pensé en quien podría ser ese chico pero… no tuve elección… Si lo conocía me lo tendría que decir el… Porque yo no hacia cabeza de quien podría ser…

Cerré mis ojos y me acurruque más sobre los cojines... Me tape hasta el cuello, y cerré mis ojos… pensando en lo que me haba mandado...
“Si me conoces”… “Que sueñes dulce hermosura… Te amo”

“Si eso me lo hubiera enviado Tomi… o simplemente me lo susurrara al oído mientras me acurrucaba contra su pecho… Seria tan mágico, oír un “Te amo” de sus labios, enviado a mí…” pensé…

Respire profundo… y poco a poco me dormí… entregándome así al sueño.

jueves, 9 de septiembre de 2010

When fear turns into magic - Introducción - By Naghiny Ribberth


Introducción

Alguna vez te ha sucedido, que estas acostado en tu cama, y tienes el presentimiento de que alguien te mira, o te vigila. De que estas apunto de conciliar el sueño, y notas como se oyen extraños ruidos en el techo. De que hagas lo que hagas, todo se esta volviendo extraño a tú alrededor, y el miedo por las noches es muy mayor para conseguir volver a la normalidad. O simplemente, que todo lo que hagas, digas lo que digas, alguien o algo se esta enterando de todo.

Que empiezas a tener miedo, de que algo del mal te aceche, de que cada segundo que pasa, la tención del miedo se vuelve mayor.

De que a partir del momento que lo oyes una vez, el miedo invade tu cuerpo y paraliza tu razón, y eso te hace pensar que en cualquier momento, algo se te puede caer encima. Un cadáver, por ejemplo. O simplemente ver una fuerte luz delante de ti pensar que hay un espíritu rondando en tu habitación.

Que te da miedo, darte la vuelta en la cama, por miedo a ver como los ojos del demonio te miran acostado en la otra parte de tu cama. Que te empieza a dar miedo la noche. Que te ves solo entre cuatro paredes, inquieto, con miedo, con una fuerte respiración, ya que piensas que en cualquier momento ese sonido, ruido, como se quiera llamar, estará presente y se oirá de nuevo.

Que te da por pesar, que te duermes, y caes en un sueño profundo, y cuando te despistas de madrugada, ves a alguien amprado frente a ti, mirándote con intriga, y comienza a extender la mano con sus finos dedos para tocarte, y te sonríe mientras que ve como tú gritas del miedo y del horror.

Que de repente el ambiente en dóndes estas se vuelve frio, y vez algo borroso y de pintura transparente frente a ti, que se va acercando poco a poco. O que simplemente vas por un pasillo y sientes miedo, de que atreves de los espejos que hay en este, se vean cosas paranormales. De que incluso por el pasillo mas iluminado te da miedo caminar, correr…

Y que si vas a contárselo a alguien, te da la espalda y solo te dice que son simples bobadas, que lo que tienes es alucinaciones, que nada es real. Solo que son cosas que pasan por tu cabeza. Y luego no te dejan vivir en paz, porque no sabes como sacarlas del cerebro.

Pero dentro de esta historia, no viene solo el miedo, el terror y extraños ruidos.

Viene también la impresión que tienes cuando te das cuenta que alguien, a quien vez el mayor ejemplar ha seguir. El mejor de todos los padres del mundo. Que piensas que de verdad se preocupa por su familia. Te ha engañado durante dieciocho años, sin importarle alguien, a quien no acepta de su familia. Que ha estado durante años torturando a esa persona.
Sin dejarla conocer a su familia, sin dejarla hablar con nadie. Como si estuviera en una prisión. Hay, es cuando te das cuenta de lo bueno que puede llegar a ser el corazón de alguien, o lo malo en este caso. Cuando a tu figura paterna la empiezas a ver con otros ojos, ese es el momento en que la venda se te cae, y vez lo cruel que puede llegar a ser la gente.

Y ahí es cuando empiezas a odiar por lo que hicieron.

Pero por ahora, solo os contare esto que os acabo de decir. Lo demás, vendrá poco a poco mientras que esta historia avance.

No la narrare yo solo, alguien me ayudara. La persona más especial para mí.

Pero shh… Si descubrís algo, no lo digáis en voz alta, porque no le gustan los gritos y se puede enfadar.

Seguramente, hasta que esta historia no llegue a su fin, no me volveréis a ver hablando así como lo estoy haciendo ahora.

Yo soy Tom Kaulitz Trümper. Y esta es mi historia, bueno no solo mía, pero somos como uno solo.

Disfrútenla. Hasta la vista amigos.

Violinista, el amante del pianista - Introducción - By Naghiny Ribberth


"Es increíble como todavía puedo sentir el tacto de las viejas teclas de esté piano. Que ha pesar de ser tan viejo no deja de ser lo único que queda vivo de mí, solo el y la fe de encontrar el amor, que no pude tener estando vivo, y mi corazón latiendo. Ese amor que siempre espere pero que nunca llego, ni abrió las puertas de mi pecho. Tuve una vida corta, pero el osar de mi fe me hace más vivo y humano, que un humano común. Creo en algo que ya ningún humano cree, creo en poder ser feliz, en poder amar, y en poder sentir. Más de lo que ya siento.
Pero ahora estoy sentado ante este piano, en mi habitación, tocando la que será mi ultima canción, mi despedida, no se si para siempre pero si por un tiempo…"


Violinista, el amante del pianista

Introducción

Caminaba, por aquel túnel de cristal, que en llevaría hacia la puerta de entrada, del avión, el cual tomaría rumbo hacia el nuevo país al que nos mudábamos, Alemania.

Sinceramente, no quería llegar a esa puerta, me sentía destrozado era dejar mi vida, mi ciudad mi país, mi origen era dejar Milán e Italia. La ciudad y el país donde crecí, y en el cual tenia el resto de mi familia y mis amigos. Y ahora lo dejaba, para ir a otro país, en el cual solo tenía la casa que mis padres habían comprado para nuestra mudanza. Me decían que era grande, y bonita, sin nombrar que era la mas antigua de todo Hamburgo. Eso de antigua me daba un poco de miedo, pensaba en; arañas, ratas… Pero ya todo daba igual, el caso era que no había vuelta atrás.

Yo iba al frente y mis padres uno a cada lado mío, mi madre, una mujer de pelo castaño claro iba a mi derecha, su nombre era Simone, y luego mi padre, un hombre ya mayor un poco mas viejo que mi madre por la izquierda, se llamaba Gordon. Yo iba delante, con uno o dos pasos más adelante que ellos, no quería que me vieran llorar, porque era obvio que empezarían con las suyas.

Ya vi la puerta. Le entregue mi cartilla y pasaporte a la azafata, quien me devolvió el pasaporte, y entre. Era un avión grande, en mi tarjeta ponía “XXX” lo cual quería decir que me sentaba en el asiento que quisiera. Mi fila estaba por el medio, me senté junto a la ventana, mi madre a mi lado, y mi papa a su lado. Los asientos eran para tres personas. Acomode mi bolso sobre mis pierna, y me puso cómodo en el asiento, después de abrocharme el cinturón. Mire el reloj, eran las 5:05 Am… El vuelo se había retrasado, así que llegaría a Alemania siendo ya de día. Apoye mi codo en la ventanilla, y puse mi mano bajo mi barbilla, suspire y me dedique a observar el hermoso paisaje iluminado por la luna, de Milán.

- Bill, cariño ya se que no te quieres ir. Tu padre y yo tampoco pero es por tu bien. Ya veras que las cosas nos irán bien, que conocerás en el instituto a nuevos amigos, conocerás lugares… y quien sabe, a lo mejor y todo te buscas una buena novia.
- Mamá, yo no quiero irme. Se que no hay vuelta atrás, pero yo aquí estoy bien. Echare de menos a los abuelos, la familia y mis amigos. Sobretodo el centro y la casa... Al menos os acordasteis de Scotty. Creo que es lo único bueno que me llevo de aquí. Y por cierto, sabes de sobra que no me gustan las chicas.
- Bueno, el caso es que vamos ha hacer todo lo posible por que te cures. Eres casi un adulto, tienes diecisiete años, y toda una vida por delante. Y esa depresión ni el agobio te la arruinaran.
- Yo más que eso me siento solo. Pero da igual. He pensado que quizás, darle una oportunidad al sitio no este mal. – Ya el avión, estaba corriendo por la pista. – Quizás, haya algo interesante, al fin y al cabo, siempre hay algo que te hace marcar un lugar o parte de tu vida como “importante”.
- Bueno dejemos que el tiempo, traiga las cosas y las ponga en su sitio. Ahora porque no duermes un poco. Llegaremos a Hamburgo en más o menos dos horas, y luego en coche hasta la mansión otra hora más. EL camino será pesado. Tanto para ti, como para nosotros. Sin descontar a Scotty que también es de la familia y viene.
- Yo quería traerlo aquí, conmigo. No entiendo porque no lo podía traer, si es un cachorro. Gente idiota.
- Pero tiene seis meses, sobrepasa los cuatro y no ha podido ser, de cualquier forma esta bien.

Scotty, era como para mí un hijo. A el se lo contaba todo. Obvio, un perro. Por eso se lo contaba, porque no se lo diría a nadie. El era como mi diario. Y yo a cambio le daba cosas que robaba del frigorífico cuando mama no me veía. Pero siempre hay un momento en el que las cosas cambian, queriendo y sin querer. Y mi vida iba ha cambiar, mi hogar iba ha cambiar, y tenia fe en que ese cambio me curase de mi depresión. En al cual llevaba desde los quince años. Todos los días bebiendo tres pastillas. Incluso en el instituto me tenían de nombre cuando era mas pequeño “enfermo” pero eso no viene a mi depresión, viene a mi estilo, mi forma de ser, mi físico. No me considero una persona con defectos en su cara, o cuerpo. Ya soy delgado por naturaleza, pero la gente a lo que mas se refería era a mi imagen. Mis ojos siempre estaban acompañados de una sombra negra, con las pestañas perfectamente alineadas. Mis labios siempre tenían tonos o brillos suaves, Mi pelo, una hermosa y bien cuidada melena. Negra, decorada con mechas. Mis manos eran femeninas, siempre con uñas oscuras y largas, anillos, y pulseras resaltantes. Creo que ese fue otro motivo, con el cual me di cuenta de que me aceptaba, tanto a mí como a mi homosexualidad. Y con eso, mis padres también se adaptaron a ello sin ponerles pegas. Solo esperaba que en el nuevo instituto no me trataran mal, por ser como soy, ni me insultaran, ni nada. Esperaba poder formar amigos, y tal como había dicho mi mama, poder tener una pareja.

Pero ¿Quién era tan valiente de estar con una persona depresiva?, ¿Quién iba ha soportar el tener que cuidarme, ya que mi depresión era un poco fuerte?

Todo eso pasaba por mi mente. Pero ahora, no me preocupaba eso, o no tanto, solo quería llegar a mi nuevo hogar, entrar en mi habitación y caer en mi cama. Y dormir hasta cansarme. Estaba cansado. Pero ya no había vuelta a atrás, tenia que adaptarme a lo que me viniese, fuese bueno o malo.

La luz de mi corazón - Introducción - By Naghiny Ribberth


Introducción


La mañana estaba tranquila, aunque fría y nublada. Los oscuros pasillos todavía seguían tranquilos. Al final de la clase de Biología, se encontraba la figura de un triste pelinegro. Que lo único que tenía sobre la mesa era un cuaderno, y en su mano un lápiz. Se entretenía haciendo otro dibujo más de él.
A su lado se hallaba un callado chico de cabellos rojizos y largos, que miraba detalladamente el dibujo de su amigo.

- Otra vez dibujándolo… ¿Cuantos dibujos tienes ya de él? – Le pregunto el chico a su hermoso amigo.
- Ya perdí la cuenta, Georg. Si no puedo tener, nada de él, ni siquiera una simple foto…pues lo dibujo. Y no tengo que esperar a cada mañana para verlo… y soportar que esta siempre llenó de chicas y que sus colegas me humillen. – El chico de largas rastas blancas y negras, se encogió de hombros y siguió calladamente el dibujo…
- A decir la verdad, Bill. No se porque te humillan, y se ponen a fastidiarte. Pero lo raro es que él, nunca te hace nada. Solo se ríe. – Le dice de nuevo Georg, mientras que Bill, lo mira, confundido.
- Tienes razón, eso es lo que nunca he entendido. Llevo tres años en este instituto, y desde el principio se metían conmigo todos menos él. – El pelinegro volvió a su dibujo y en una abrir y cerrar de ojos, lo dio por acabado. – Mira, ¿Te gusta? – Dijo el pelinegro enseñándole a su amigo el dibujo.
El otro chico lo miro. – Está guapo, es idéntico.

En el papel, se hallaba, un chico de largas trenzas negras, un piercing en el labio, ojos grandes y ropas anchas.

Claro…no lo voy ha hacer distinto. – Riño Bill a su compañero.

El profesor, ya los estaba mirando desde hacia un buen rato, y en cualquier momento les llamaría la atención.

Los dos jóvenes seguían hablando de él y de pronto a Bill le cayó sobre la mesa una bola de papel enfurruñada…El chico la tomo en sus manos. Y la abrió mientras que el profesor no lo miraba. “Estamos pensando que decirte hoy ¡Marica!...”. Bill, sintió otra vez las humillaciones en su cuerpo. Sin el hacerles nada ya se metían por si solos con el. El pelinegro miro hacia su izquierda y en las mesas de la última fila, vio a uno de los amigos de Tom, mirándolo y riéndose. Bill suspiro ya estaba arto de que se metieran con el.

-¿Cuando demonios, dejaran de meterse conmigo?... - replico el pelinegro mientras que volvía a arrugar el papel.
- Pues, ni idea Bill…Al parecer disfrutan jodiéndote. – Fue la contesta del pelirrojo.
- Mira, me tiene sin cuidado, que hagan lo que les de la gana… Algún día tendrán que parar. Así, que mientras tanto…no les prestare atención, y ya.

El profesor los seguía mirando estaban interrumpiendo mucho la clase.

-Georg y Bill fuera los dos, y con amonestación. – Los dos jóvenes recogieron sus cosas y se marcharon de la clase. Pero no sin antes Bill darle la pelotita d papel al profesor…y este al leerla miro al otro chico con malicia.
Se sentaron en unas bancas, que habían a los estemos y lados de el pasillo. Se sentaron uno pegado al otro y de la nada rieron…

- Vistes la cara del profesor parecía un avestruz - dijo Bill muerto de la risa. Le pareció extraño que Georg mirase al final del pasillo…por lo que le pregunto - ¿Que miras? – El otro chico se le acerco.
- Ahí viene tu príncipe. - Le dijo mirando el pasillo de nuevo.

No tardo nada en pasar un alto rapero, de cabellos negros trenzados, ojos castaños…ropas anchas, y un piercing en el labio inferior. Fueron como siempre lo segundos más valiosos de Bill… Al que le lucio extraño, la acción del chico. Ya que cruzo su fugaz mirada con la de el pelinegro… Bill notaba como iba cada vez poniéndose más rojo…y su corazón, en cualquier momento le saldría del pecho solo de ver la mirada del otro chico.

Bill se quedo mirando como él, entraba en una habitación mas bien en clases de matemáticas…y pasados unos minutos hablo…

- No me lo puedo creer. – Dijo Bill, con los ojos perdidos.
- Oh…Bill. Que emocionante. – Dijo el otro chico casi riéndose por la cara de su amigo.
- Has visto Georg visten como me miro. Fue tan…¡¡¡¡QUE OJOS TAN LINDOS TIENE!!!...Fue tan…emocionante. Me miro, como nunca nadie me había mirado…Creo que estoy enamorado Georg. ¿Tú lo crees? – Dijo Bill, de una forma muy emocionada a Georg.
- No lo creo lo se. Se te nota años luz cuando lo vez se te cae la baba a distancia. Lo único que te falta es desmayarte, o tirártele encima como un fanático loco. - Le contesto el chico mirándolo mientras que su amigo lo miraba con cara feliz.
- Si algún día me le tiro solo será a sus brazos tiene que ser mas alucinante sentirse rodeado por sus brazos lo que me pregunto es como será sentir esos labios que tanto me gustan o incluso a veces pienso en como será estar una noche entre sus brazos y hacer el amor con el. – con eso ultimo Georg se quedo en blanco…
- Pero serás pervertido, mira en las cosas que te pones a pensar estás muy pequeño para pensar en eso… ahora voy y se lo dijo. – Dijo Georg levantándose y acercándose a la puerta de clases de matemáticas.
- ¡¡¡¡GEORG NI SE TE OCURRA!!! – Grito Bill en todo el pasillo. Georg toco en la puerta…los ojos de Bill se abrieron como platos…
- ¡*¡*¡Tom…!*!*! - Musiqueo Georg en la puerta… Bill estaba de piedra, pero reacciono tiempo, y cuando el profesor abrió la puerta Bill lo jalo y lo metió en el baño.
- Pero eres idiota o que… - le grito Bill a Georg. Salió del baño, fue a la banca, y cogió sus cosas… - Me largo a la siguiente clase, en cinco minutos toca. – Emprendió camino hasta su próxima clase…Italiano.
- Pero que mosca de la ha picado, si solo fue una broma. Se comento Georg, mientras metía sus cuadernos dentro de la mochila, y se sentaba ha esperar.

Ya el pelinegro se encontraba en la tercera planta. Estaba muy enfadado por lo sucedido con Georg… a el no le importaba si Tom lo sabia o no. Pero lo que no le gustaba era que su amigo…hiciera lo que iba ha hacer.

Siguió en sus pensamientos hasta que oyó un ruido que provenía de sus espaldas…mas bien de la esquina de las escaleras… no sintió miedo, ni escalofríos, mas bien sintió ganas de meterle un piñazo a quien fuera. Aunque para el era facilísimo saber quien era.

- ¡M – a – r – i – q – u – i – t – a! - Musiqueo, alguien desde las espaldas de Bill.
- ¡I – d – i – o – t – a! – fue la única contesta de Bill.
- ¿Que hace un mariquita como tu…en un lugar como este? – Le volvió a decir la voz.
- Hago, que voy ha entrar a clases… y si… soy marica, ¿y? – Dijo Bill, con la mayor calma del mundo. – ¿Acaso me vas a reparar para que sea un hetero…o mejor dicho un puton como todos ustedes…? - Pregunto.
- No… yo solamente decía. Sabes… tenemos ganas de fastidiarte un ratito… - Dijo el otro chico.

Bill se les viro y quedaron frente a frente…

- ¿Y porque no llamas a Tom, y le dices que me fastidie el mismo?... – Dijo Bill, casi a puro grito… - Oh no será…que el gran machista…es un completo cobarde. – Los otros dos chicos se quedaron mirándose uno al otro…
- Como te atreves a decir eso de Tom… El es nuestro ejemplo a seguir… Bueno, y ejemplo a ligar también… - dijeron los otros dos riéndose.
- Mira…sin ofender…Pero todos ustedes…no ligáis ni una mierda… Solo tenéis a esas aquí en el instituto…para ser la envidia de los demás… y lo peor de todo es que tenéis mal gusto.
- ¡¿¡QUE!?!...Mira, mariquita…tú no sabes lo que te pierdes… Imagínate…Una rubia…con buenas piernas…con los labios rellenos…y – Lo interrumpió Bill.
- Que si…una puta…no hace falta que te líes…
- Que escúchame mariquita nadie dice eso de una tía buena, y mucho menos tu además no te gustan…no sabes lo delicioso que es estar en la cama con esas. Pero claro tu de lo único que te preocupas es de estar metidito en tu mundo note juro que voy a aprovechar que Tom ahora mismo no esta, para meterte la mayor paliza que te darán en tu vida…- Dijo el chico, levantando la mano mientras que el otro le daba golpes en el hombre en señal de que parara.

Detrás de Bill, ya se hallaba el alto chico, mirando sus amigos con cara de asesino…los otros dos retrocedieron para a tras…Bill no entendía el porque, así que al darse la vuelta para marcharse…se choco con el rapero que se encontraba detrás de su espalda…

El corazón de Bill, estaba a 1.000 por hora tenía a su enamorado, a menos de veinte centímetros de el. Su reacción al chocarse fue, un sentimiento entre nervios, y emoción. Nunca lo había tenido tan cerca por lo que esta vez estaba mas que rojo. Ahora si maldecía el momento en el que se subió solo sin la compañía de Georg. Aunque también pensaba que Georg podría abrir la boca… y eso no le gustaría, que sucediera.

- ¿Que les he dicho par de cabrones? – Dijo el rapero, de voz grave, a sus dos amigos…
- Q-q-que no nos metiéramos con el mariquita… - En ese momento su amigo otra vez le dio golpecitos en el hombro. – Con Bill… - Dijo al tiempo que templaba.

Bill se encontraba entre medio de Tom y de los otros dos chicos… No se movía, su mirada estaba clavada al piso. Ahora si que no sabia como escapar de la situación.

- Y tu… - Dijo el otro chico - ¿Que dijiste para que estos dos se pusieran así? – Le pregunto el chico a Bill. Este se dio la vuelta quedando cara con cara con Tom lo peor de todo era que no podía evitar mirarlo a los ojos.
- Yo solo les dije lo que pienso de vosotros. Más bien, les dije lo que pensaba de vuestras putas. – Dijo Bill, sin nada que temer.
- ¿Y que piensas de ellas…? – Pregunto el otro chico apoyándose en la pared…se encontraba a nada de rozarse con Bill, pero este dio un paso atrás.
- No se para que preguntas si ya lo sabes… - Dijo el pelinegro cruzándose de brazos… - Además eso a ti que te importa…lo que yo piense o deja de pensar es cosa mía, no tuya. – acabado de decir esto el pelinegro se intento marchar. Y cuando pensaba que ya estaba lejos del alcance del rapero…noto como alguien lo sostén a por un brazo y lo jalaba.
- A donde te crees que vas. No te he terminado de preguntar. - Dijo el otro chico mirándolo fijo.
- ¿Que te parece si te pregunto yo…? – Dijo Bill con una voz tranquila.
- Adelante pregunta lo que te de la gana. - Dijo el rapero mas que seguro.
- ¿Porque me miraste antes, de aquella forma? – Al Bill decir esto Tom, se quedo de piedra y no sabia que decir.
- P-por que… ¿O-oye, y a ti-i que te…que te importa…? - Bill lo miro sonriente… estaba tartamudeando… - ¿De que te ríes…? Si es lo que piensas…te equivocas… Tu…tu-u… ¡TU NO ME GUSTAS! – dijo el chico histérico…
- Solo te diré algo… - El otro chico trajo saliva… y lo agarro por los hombros apretándolo.
- Cuidadito con lo que dices Kaulitz o las pagaras caras. - Tom estaba fuera de quicio… por primera vez en la vida…alguien se atrevía a enfrentarlo…y eso lo enfadaba.
- Mira has lo que te de la gana pero sabes algo - Bill se acerco mas a Tom, quedando con sus labios cerca de su oído… - “Se que te mueres por mi”… - Y dicho esto, se separo y se fue.Dejando a Tom solo maldiciéndolo todo.

Bill había dicho eso sin pensar, ni sin saber…nada…absolutamente nada. Solamente para hacer enfurecer a Tom, el que ahora mismo se encontraba en la luna.

El pelinegro ya había entrado en clases de Italiano, no sabia que pensar y le daba un poco de miedo, pensar, en que Tom, ahora querría venganza, por lo que el había hecho pero de cualquier forma no le importaba… porque el si estaba enamorado de Tom, y con eso podría tenerle cerca… Tal y como lo tuvo al pronunciarle en su oído las palabras que mas deseaba Bill que fueran dichas por Tom, y afirmadas por el.

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Se encontraba aburrido como de costumbre. Sentado junto a la ventana en su pupitre… El aire que chocaba en su cara… Le daba más energía, para tener que soportar de nuevo, otra larga mañana… de instituto, como siempre. A su lado se encontraba un cayado rubio copiando unos apuntes, que la profesora había puesto en la pizarra. El chico no despegaba la vista del papel a la pizarra, o de la pizarra al papel. Mientras que su amigo de largas trenzas negras, parte ellas pegadas al casco de cabeza, de ojos castaños, piercing en el labio inferior…demasiada altura, y de ropa negra y ancha. Se dirigía al profesor ya que lo había llamado.

- ¿Puedes ir a jefatura…y traerme el parte? Ya que te veo allí, aburrido… - Pregunto el vieja profesor al chico de trenzas.
Si… - Contesto y saliendo por la puerta.

Los pasillos estaban desiertos no había ni una simple mosca camino hasta la dirección, y allí entro a jefatura…

- Vengo a buscar un parte… - Dijo con voz cansada y aburrida.
- ¿Profesor? – pregunto la directora.
- Prof. Nathal Johnson – Dijo el chico, serio.

Pasados unos minutos, la mujer volvió con el parte se lo entrego y salió de allí, camino de nuevo, como no…a la clase de matemáticas.

Es chico salió de la dirección y esta vez para su sorpresa el estaba allí. Con solo verlo a él, a Tom, el pasillo ya le parecía una obra de arte. Camino, temiendo no poder controlarse y mirarlo. Su cosita se encontraba de espaldas a él. Así era mejor aunque moría de ganas de mirarlo. Camino, hasta llegar y automáticamente su cuello giro y sus ojos quedaron unos concentrados en otros. Fueron segundos largos para ambos, pero Tom, por desgracia tenia que ir a clases de por el, se podía quedar años mirándolo.

Entro a la clase, le entrego el parte al profesor…y se fue para su sitio. Se quedo un rato callado sin decir nada… solo pensando en unas cuantas cosas la primera él la segunda sus ojos la tercera el querer tenerlo siempre y la cuarta en demostrarle al mundo que el también sabe amar.

Su amigo, termino de copiar los apuntes y lo miro. Estaba como perdido…en otro lugar…en algo, o mejor dicho en alguien. El chico rubio chasqueo sus dedos en la cara de Tom y este pestañeo y volvió a el mundo real alejándose así, de él.

- ¿Se puede saber en que piensas…que estas en otro mundo? – Dijo el chico mientras guardaba sus bolígrafos.
- ¿En que crees tu que estaba pensando? – le dijo Tom a su amigo…
- Pues en Bill…en quien más si no… - Le dijo el chico a su amigo.
- Acertaste… Lo vi a fuera. Y lo mire y me miro y se puso rojito ”Cualquier día no voy a aguantarme mas y le voy a devorar esos hermoso labios que tiene”…Joder…enserio Gustav…Bill me tiene loco. – Dijo el chico mientras que escondía su cara ente sus manos.
- Y porque no se lo dices y ya. – dijo el chico intentando darle ánimos a su amigo.
- Estas loco…imaginate, en el lió que me metería. Todo el mundo me vería como un marica… Todos se reirían de mi por salir con él no contaría con nadie. Y si te crees que no me muero por decirle lo mucho, mucho que lo amo. Estas equivocado estoy un 100% loco por Bill me muero porque sea solo mío- Por ser yo el dueño de su corazón. - Dijo el chico…casi con el corazón en la garganta…

Los dos permanecieron varios minutos cayados… Gustav se entretenía escribiendo los números de teléfonos de sus compañeros… Mientras que Tom dibujaba por toda su agenda un montón de corazones, y dentro de todos esos corazoncitos escribía una “B”… a la izquierda ponía “I” debajo o encima del corazón “Love” y en la derecha “You”… y luego escribía…donde le cupiera “Bill”…

De un momento a otro se oyó alguien tocar en la puerta… seguido por un “¡*¡*¡Tom!*!*!” Todos quedaron en silencio y cuando el profesor abrió la puesta no había nadie.

- Pueden ir recogiendo… - Dijo el profesor. – Y si quieren salgan ya…solo quedan unos cuatro minutos.

Tom lo recogió todo rapidísimo, y se marcho subió hasta la tercera planta… y antes de doblar la esquina oyó a Bill seguido de dos voces. Maldecio por lo bajo, otra vez…esos dos imbeciles se estaban metiendo con Bil. Dejo sus cosas en un banco cercano a ellos y se acerco lentamente a ellos… y quedo a poco de tocar a Bill. Los otros dos muchachos pararon enseguida. Tan solo ver la cara de enfado que traía Tom. Ellos dieron varios pasos para atrás. De un momento a otro Bill se dio la vuelta, y choco con Tom. Ambos se quedaron parados un poco más y al chocarse se besan. Tom no puedo contener las ganas de poner de todos los colores pero en especial rojo. Jamás había tenido al hermoso pelinegro tan cerca. El chico de trenzas. Les recordó lo que les había dicho… a lo que los otros contestaron una palabra que no le gustaba para nada…”mariquita”…aunque después por su bien dijeron el nombre del pelinegro. Bill le intento explicar lo sucedido…y lo que pensaba de sus ”Chicas” Tom estaba sorprendido. Bill parecía estar muy celoso. De cualquier forma el jamás se había acostado con ninguna de esas… y si algún día vendría que hacerlo solo lo haría con Bill, con nadie mas. El pelinegro intento saciarse de las manos de Tom a lo que este lo detuvo agarrándolo por un brazo aunque pensó que sostenerlo por la cintura seria mas privado. Tom como siempre se puso en plan machista ya que no quería que Bill se diera cuenta de nada para su sorpresa Bill se opuso y el que hizo la pregunta fue él.

Cuando Tom escucho la pregunta… no le daba crédito a sus oídos…Bill le había preguntado… porque lo miro…en ese momento la única reacción de Tom, fue tartamudear.

- P-por que… ¿O-oye, y a ti-i que te…que te importa…? - Bill miro a Tom sonriente… ya que él estaba tartamudeando… - ¿De que te ríes…? Si es lo que piensas…te equivocas… Tu…tu-u… ¡TU NO ME GUSTAS! –Dijo Tom. Aunque la mas sincera verdad era todo lo contrario.

Cuando Bill se acerco a su oído y pronuncio la frase que hizo que a Tom casi se le saliera el corazón del pecho millones de maripositas revolotearon en su estomago. Había tenido a Bill a poco mas de un centímetro pudo oler su aroma pudo notar su presencia Tom estaba soñando despierto.

Al Bill marcharse Tom se quedo allí sin hacer nada solo pensaba en Bill. Camino hasta el banco y cogió sus cosas. Ahora venia el problema. Bill lo sospechaba. El si se moría por Bill. Para él, desde el primer día que lo vio fue un flechazo directo no tuvo que esperar para enamorarse ya con casi tres años, amando en secreto a su “enemigo”. Él se sentía solo. “Ya era hora de buscar a alguien con quien compartir el tiempo y pensar en el a cada hora y segundo” Esa es la frase que diría una persona que no había encontrado el amor todavía. Pero el si lo había encontrado. Solo le faltaba atraparlo.